Todos los que se han acercado a la obra de Nathaniel Hawthorne (1804-1864) (Poe, Melville, Henry James, Borges) se han mostrado unánimes al destacar la imaginación como elemento dominante en su escritura.
Musgos en la vieja rectoría, obra perturbadora y profunda, impregnada de un romanticismo negro y una visión del mundo intensamente pesimista, es el producto de una imaginación radical y despiadada en su clarividencia. La constitución psicológica y moral del hombre es algo monstruoso y deforme, y la civilización ha exacervado sus cimientos en el mal. Según Hawthorne, la sustancia más firme de la felicidad de los hombres es una lámina interpuesta sobre el abismo que se extiende por todas partes, debajo de nosotros... y esa lámina mantiene nuestro mundo ilusorio. No se requiere un terremoto para romperla, basta con apoyar el pie. Hawthorne intentó expresar ese abismo -esa oscuridad que sostiene nuestra fábrica de ilusiones- mediante la metáfora y la alegoría, a través de una serpiente en el pecho o una marca de nacimiento.
Musgos en la vieja rectoría, obra perturbadora y profunda, impregnada de un romanticismo negro y una visión del mundo intensamente pesimista, es el producto de una imaginación radical y despiadada en su clarividencia. La constitución psicológica y moral del hombre es algo monstruoso y deforme, y la civilización ha exacervado sus cimientos en el mal. Según Hawthorne, la sustancia más firme de la felicidad de los hombres es una lámina interpuesta sobre el abismo que se extiende por todas partes, debajo de nosotros... y esa lámina mantiene nuestro mundo ilusorio. No se requiere un terremoto para romperla, basta con apoyar el pie. Hawthorne intentó expresar ese abismo -esa oscuridad que sostiene nuestra fábrica de ilusiones- mediante la metáfora y la alegoría, a través de una serpiente en el pecho o una marca de nacimiento.