Fue publicada en 1895, dentro de su etapa espiritualista, influida por León Tolstói, en la que renuncia a la exactitud del retrato psicológico, histórico y social para concentrarse en los problemas filosóficos, religiosos o éticos que afligen universalmente, pero también íntimamente al hombre de cualquier época y condición.
El protagonista es un sacerdote, el padre Nazario natural de Miguelturra (C.Real), cuyo carácter parece ser un mezcla de dos idealismos, el de Don Quijote y el de Jesucristo. Del primero conserva su idealismo, su nomadismo y su incapacidad (o resistencia voluntaria) para adaptarse a la realidad; del segundo, su misticismo, su pacifismo, su entrega al prójimo e incluso un cierto mesianismo (una de las escenas más divertidas de la novela es aquella en que Pedro Belmonte cree ver en Nazarín al obispo armenio Esrou-Esdras redivivo).
El protagonista es un sacerdote, el padre Nazario natural de Miguelturra (C.Real), cuyo carácter parece ser un mezcla de dos idealismos, el de Don Quijote y el de Jesucristo. Del primero conserva su idealismo, su nomadismo y su incapacidad (o resistencia voluntaria) para adaptarse a la realidad; del segundo, su misticismo, su pacifismo, su entrega al prójimo e incluso un cierto mesianismo (una de las escenas más divertidas de la novela es aquella en que Pedro Belmonte cree ver en Nazarín al obispo armenio Esrou-Esdras redivivo).