Una paz forzada se respira en la tierra de Hergar. Han pasado dos décadas desde la muerte del último Andalorth reformador, Aidram, y desde entonces el poder ha estado en manos de los magnates del sur, que colocan una marioneta tras otra en el trono de Heria para mantener sus privilegios. En el montañoso norte, los astashi, devotos guerreros del Andalorth, languidecen bajo el dominio de señores de los clanes que solo buscan ampliar su poder y aplastar cualquier oposición.
Este precario equilibrio es roto con el retorno desde el exilio de Dash Herdra, antiguo señor de clan, guerrero temible, héroe de las falanges… y responsable del asesinato de Aidram.
En la guerra que se avecina, Dash y sus compañeros lucharán para conseguir la unión de todo el norte a la causa del Andalorth, pero no todos los enemigos se pueden vencer en el campo de batalla, pues para muchos, la diferencia entre un libertador y un tirano no está clara.
En medio de los combates, las intrigas, la sangre y el frio del invierno, Hugh Ney nos transmite una historia cruda y realista en la que echa por tierra la concepción de héroes y villanos, demostrando que la delgada línea que separa a unos de otros depende del punto de vista de cada uno.
Este precario equilibrio es roto con el retorno desde el exilio de Dash Herdra, antiguo señor de clan, guerrero temible, héroe de las falanges… y responsable del asesinato de Aidram.
En la guerra que se avecina, Dash y sus compañeros lucharán para conseguir la unión de todo el norte a la causa del Andalorth, pero no todos los enemigos se pueden vencer en el campo de batalla, pues para muchos, la diferencia entre un libertador y un tirano no está clara.
En medio de los combates, las intrigas, la sangre y el frio del invierno, Hugh Ney nos transmite una historia cruda y realista en la que echa por tierra la concepción de héroes y villanos, demostrando que la delgada línea que separa a unos de otros depende del punto de vista de cada uno.