En este estudio sobre la no posición de Dios en el sistema religioso se ha empleado como ejemplo explicativo el juego del ábaco. Se ha comprobado como muchos “kutuguango” narran la ruptura de un orden armónico originario con el consiguiente alejamiento de Dios; y, desde entonces, los espíritus sirven para “coser” este desgarramiento. De este modo, a través de la relación con los espíritus, toda la realidad será interpretada y el problema del mal encontrará un lenguaje. Si hay desgracia es porque ha habido transgresión; y si los espíritus no bastan para explicar una desgracia, el ngangulero acudirá entonces a “Nsambia” otorgándole una función de Destino, Consuelo o Justiciero.
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