El autor busca detectar el embrionario espíritu mexicano que anima a las obras literarias novohispanas del siglo XVI al XVIII. En su opinión tal espíritu no se cifra en el colorido local ni en la temática. No fue mexicano Juan Ruiz de Alarcón porque hiciera una excepcional alusión a la ciudad de México en Semejante a sí mismo. Su incipiente mexicanidad reside en su voz, en el tono, en la escala de valores, en la particular manera de asimilar la tradición heredada y devolverla, acrecentada, al patrimonio literario común de la literatura en lengua española.
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