Creo que deberían alejarse de mí, lo máximo posible, como a 20 kilómetros a la redonda, quizá más. Mis ojos ya no lloran, no sirve de nada, y mis manos ya no dudan. Tampoco me temblará la voz al hablar con quien tenga que hacerlo. No siento nada, un vacío en el pecho y en el estómago y a veces, no soy muy consciente de si estoy viva o muerta, lo resumiría en que sigo respirando. Corrijo lo que he dicho antes, sí que siento algo... odio, pero un odio que va más allá de la razón humana y demoníaca, un odio que podría acabar con la vida de alguien solo de sentirlo. Y sin embargo, me quedo quieta al despertar, esperando que todo esto haya sido una mala pasada, ¿acaso mi existencia misma no lo es?
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