La India, finales del siglo XIX. Dos bandidos irrumpen en una choza alrededor de la medianoche, y sin dar explicaciones, asesinan al sepulturero que duerme en su interior. Acto seguido, prenden fuego a la construcción con su hijo dentro y desaparecen sin dejar rastro. Pese a todo, el joven paria consigue escapar milagrosamente de entre las llamas y salvar su vida. Aturdido y confuso, el niño llega a una vieja abadía cercana, cuyos monjes pronto se apiadan de él y le ofrecen cobijo.
Durante los años siguientes, Nagesh crece al amparo de los religiosos, de quienes recibe alimentos y una buena educación. Sin embargo, su apacible vida monacal no logra mitigar las ansias de venganza que desde aquella noche afloran en su cabeza. Un deseo muy difícil de realizar, por otra parte, pues desde el primer día, y sin revelar los motivos, el obispo que dirige la congregación prohíbe a Nagesh poner los pies fuera del monasterio.
Poco a poco, el veto se irá volviendo cada vez más insoportable, especialmente después de que, en una escapada furtiva, Nagesh conozca a Shefali, una hermosa chica hindú que vende flores en el mercado. Pero el obispo ya no puede ceder, teme que el muchacho acabe descubriendo el enfermizo secreto que encierra el pasado y, con ello, los designios que muestran los libros, los templos y las constelaciones que alumbran el cielo finalmente se hagan realidad.
Durante los años siguientes, Nagesh crece al amparo de los religiosos, de quienes recibe alimentos y una buena educación. Sin embargo, su apacible vida monacal no logra mitigar las ansias de venganza que desde aquella noche afloran en su cabeza. Un deseo muy difícil de realizar, por otra parte, pues desde el primer día, y sin revelar los motivos, el obispo que dirige la congregación prohíbe a Nagesh poner los pies fuera del monasterio.
Poco a poco, el veto se irá volviendo cada vez más insoportable, especialmente después de que, en una escapada furtiva, Nagesh conozca a Shefali, una hermosa chica hindú que vende flores en el mercado. Pero el obispo ya no puede ceder, teme que el muchacho acabe descubriendo el enfermizo secreto que encierra el pasado y, con ello, los designios que muestran los libros, los templos y las constelaciones que alumbran el cielo finalmente se hagan realidad.