Esta novela está basada en la sociedad de los siglos XVIII y XIX, cuando el bandolerismo en sierra Morena era muy relevante y existía una justicia cruel que se ensañaba con los más débiles.
Pablo, el Rondeño, fue un hombre comprometido con la sociedad de su época, por eso no aprobaba los métodos que empleaba la Santa Inquisición. El Rondeño buscaba la justicia social, por esos motivos, a veces se veía obligado a actuar al margen de la ley. Consideraba que era injusta, sobre todo con los más débiles. Consciente de aquella extrema pobreza, ayudaba en su calidad de médico a las capas menos favorecidas de aquella sociedad que le había tocado vivir.
El Rondeño, por un amor de juventud, se ve arrastrado a la degradación física al no verse correspondido por aquella mujer cruel y vengadora de cuando eran jóvenes.
Pero el Rondeño, que era un hombre de principios y con las ideas muy claras, con la ayuda de su más fiel amigo siempre supo levantarse y salir del abismo donde la sinrazón de la vida le llevaba.
Llevo acabo una obra social muy importante en la que puso todo su empeño. Lo cual encontró muchos impedimentos por parte del Inquisidor Buenamente. Pero gracias a su amigo Fernando y a la providencia logró sacar adelante aquel proyecto que tan necesario era según él. Causa de una gran satisfacción personal que era muy gratificante para él. Consideraba que era una causa noble y justa. Se vio recompensado porque le dio mucho prestigio en toda la sociedad del entorno suyo y mucha relevancia en todo el estado español.
Cuando se hacía mayor se dejó llegar por un amor, la última oportunidad que la vida le brindaba. Lo dejó todo para seguir a aquella joven, consciente de que sería un fracaso más en su vida sentimental.
El Rondeño se retiró a la casa que compró junto a la orilla del río Guadalevín, en plena naturaleza de la Serranía de Ronda, donde pasó los días meditando sobre su vida en solitario, apartado de la sociedad. Pero nunca renunció a sus ideas de libertad y justicia, porque ante todo era un hombre luchador y justo.
Pablo, el Rondeño, fue un hombre comprometido con la sociedad de su época, por eso no aprobaba los métodos que empleaba la Santa Inquisición. El Rondeño buscaba la justicia social, por esos motivos, a veces se veía obligado a actuar al margen de la ley. Consideraba que era injusta, sobre todo con los más débiles. Consciente de aquella extrema pobreza, ayudaba en su calidad de médico a las capas menos favorecidas de aquella sociedad que le había tocado vivir.
El Rondeño, por un amor de juventud, se ve arrastrado a la degradación física al no verse correspondido por aquella mujer cruel y vengadora de cuando eran jóvenes.
Pero el Rondeño, que era un hombre de principios y con las ideas muy claras, con la ayuda de su más fiel amigo siempre supo levantarse y salir del abismo donde la sinrazón de la vida le llevaba.
Llevo acabo una obra social muy importante en la que puso todo su empeño. Lo cual encontró muchos impedimentos por parte del Inquisidor Buenamente. Pero gracias a su amigo Fernando y a la providencia logró sacar adelante aquel proyecto que tan necesario era según él. Causa de una gran satisfacción personal que era muy gratificante para él. Consideraba que era una causa noble y justa. Se vio recompensado porque le dio mucho prestigio en toda la sociedad del entorno suyo y mucha relevancia en todo el estado español.
Cuando se hacía mayor se dejó llegar por un amor, la última oportunidad que la vida le brindaba. Lo dejó todo para seguir a aquella joven, consciente de que sería un fracaso más en su vida sentimental.
El Rondeño se retiró a la casa que compró junto a la orilla del río Guadalevín, en plena naturaleza de la Serranía de Ronda, donde pasó los días meditando sobre su vida en solitario, apartado de la sociedad. Pero nunca renunció a sus ideas de libertad y justicia, porque ante todo era un hombre luchador y justo.