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Enseña a dibujar en una hora
R. Brand Aubery
Tanto si eres profesor de primaria como si impartes asignaturas en la Universidad, en un instituto o en cualquier otro curso de capacitación comprobarás que siguiendo este método podrás enseñar a dibujar a alumnos de todas las edades en muy poco tiempo.
Siempre hemos creído que el dibujo es un don al alcance de unos pocos elegidos. Te aseguro que eso no es cierto. El único problema es que no aprendimos en su momento a dibujar con el lado del cerebro que estaba más preparado para ocuparse de ese aprendizaje.
Este libro se divide en dos partes. En primer lugar encontrarás el texto íntegro de mi anterior ebook, Aprende a dibujar en una hora, para que sepas de qué va el método y lo pruebes contigo mismo nada más terminar de leer esa parte.
En la segunda parte te explicaré cómo hacer la sesión en clase, qué decir exactamente para llegar a los alumnos y conseguir que den lo mejor de sí mismos. Espero que no te limites a imitar lo que a mí me funciona. Si eres profesor/a estoy seguro de que lo harás tuyo y sabrás exactamente cómo mejorarlo y adaptarlo a tus propios alumnos, a quienes conoces de primera mano.
Pero todo lo que necesitas para empezar, para aprender a dibujar si aún no se te da bien, y para enseñar de manera efectiva a todos tus alumnos, está aquí. Listo para ser usado.
___
Metavida
J. K. Vélez
Novela de ciencia ficción con un 0,001% de ciencia y el resto de ficción. Toques de drama y mucho humor. Fragmento:
En una celda fría y húmeda, Sonia había empezado a recobrar la consciencia. Los ojos le dolían una barbaridad. Eso fue lo primero que sintió, sus ojos. Aunque aún no podía abrirlos.
Alguien cuidaba de ella. Alguien le estaba poniendo una almohada bajo la cabeza. Ahora le daba agua. Le parecía escuchar una voz amable, aunque no sonaba muy humana. Debía estar drogada.
Allí olía mal. Olía a moho. Y a hospital. Olía a excrementos, también. Todo junto.
Ahora empezaba a sentir más cosas. Sentía dolor. Y sentía algo extraño. En su cuerpo. Algo que no sólo eran drogas. Algo que luchaba por hacerse con el control, dentro de sus venas.
Recordaba un pinchazo, pero no aquél que tan amablemente le habían obsequiado los hombres de negro, sino uno posterior. Quizá lo había soñado, no podía estar segura.
No. Todo lo contrario. Claro que estaba segura. Era real. Dolía. Y algo intentaba adueñarse de su vida.
Alguien le arañó la cara y le pidió perdón.
Luego, alguien le hizo un corte en la mejilla y volvió a disculparse.
A lo mejor, si ahora le sacaba un ojo, le compraría un chalet en Guadalix de la Sierra.
Sentía la sangre manar de la herida, bajar rodando hasta su cuello.
Le hicieron otro corte, y luego oyó una maldición. Luego, más disculpas.
- Sólo intento que estés más cómoda, pero te voy a acabar matando. Mierda.
...
La extraña no sentía dolor, lo cual era más terrible todavía porque podía ser testigo de su propia muerte con todos los sentidos.
Permaneció en el suelo, sollozando, casi diez minutos.
No sabía si era una bendición o un castigo para ellos no sentir dolor. Estaba claro que el dolor físico había sido descartado de sus vidas por la mano del creador. Que sus cuerpos no podrían soportar los cambios a que eran sometidos, el crecimiento acelerado...
Enseña a dibujar en una hora
R. Brand Aubery
Tanto si eres profesor de primaria como si impartes asignaturas en la Universidad, en un instituto o en cualquier otro curso de capacitación comprobarás que siguiendo este método podrás enseñar a dibujar a alumnos de todas las edades en muy poco tiempo.
Siempre hemos creído que el dibujo es un don al alcance de unos pocos elegidos. Te aseguro que eso no es cierto. El único problema es que no aprendimos en su momento a dibujar con el lado del cerebro que estaba más preparado para ocuparse de ese aprendizaje.
Este libro se divide en dos partes. En primer lugar encontrarás el texto íntegro de mi anterior ebook, Aprende a dibujar en una hora, para que sepas de qué va el método y lo pruebes contigo mismo nada más terminar de leer esa parte.
En la segunda parte te explicaré cómo hacer la sesión en clase, qué decir exactamente para llegar a los alumnos y conseguir que den lo mejor de sí mismos. Espero que no te limites a imitar lo que a mí me funciona. Si eres profesor/a estoy seguro de que lo harás tuyo y sabrás exactamente cómo mejorarlo y adaptarlo a tus propios alumnos, a quienes conoces de primera mano.
Pero todo lo que necesitas para empezar, para aprender a dibujar si aún no se te da bien, y para enseñar de manera efectiva a todos tus alumnos, está aquí. Listo para ser usado.
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Metavida
J. K. Vélez
Novela de ciencia ficción con un 0,001% de ciencia y el resto de ficción. Toques de drama y mucho humor. Fragmento:
En una celda fría y húmeda, Sonia había empezado a recobrar la consciencia. Los ojos le dolían una barbaridad. Eso fue lo primero que sintió, sus ojos. Aunque aún no podía abrirlos.
Alguien cuidaba de ella. Alguien le estaba poniendo una almohada bajo la cabeza. Ahora le daba agua. Le parecía escuchar una voz amable, aunque no sonaba muy humana. Debía estar drogada.
Allí olía mal. Olía a moho. Y a hospital. Olía a excrementos, también. Todo junto.
Ahora empezaba a sentir más cosas. Sentía dolor. Y sentía algo extraño. En su cuerpo. Algo que no sólo eran drogas. Algo que luchaba por hacerse con el control, dentro de sus venas.
Recordaba un pinchazo, pero no aquél que tan amablemente le habían obsequiado los hombres de negro, sino uno posterior. Quizá lo había soñado, no podía estar segura.
No. Todo lo contrario. Claro que estaba segura. Era real. Dolía. Y algo intentaba adueñarse de su vida.
Alguien le arañó la cara y le pidió perdón.
Luego, alguien le hizo un corte en la mejilla y volvió a disculparse.
A lo mejor, si ahora le sacaba un ojo, le compraría un chalet en Guadalix de la Sierra.
Sentía la sangre manar de la herida, bajar rodando hasta su cuello.
Le hicieron otro corte, y luego oyó una maldición. Luego, más disculpas.
- Sólo intento que estés más cómoda, pero te voy a acabar matando. Mierda.
...
La extraña no sentía dolor, lo cual era más terrible todavía porque podía ser testigo de su propia muerte con todos los sentidos.
Permaneció en el suelo, sollozando, casi diez minutos.
No sabía si era una bendición o un castigo para ellos no sentir dolor. Estaba claro que el dolor físico había sido descartado de sus vidas por la mano del creador. Que sus cuerpos no podrían soportar los cambios a que eran sometidos, el crecimiento acelerado...