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Guía práctica para aprovechar al máximo el poder de las afirmaciones
Sofía Cassano
Las afirmaciones son la manera más fácil, divertida y rápida de poner a trabajar a tu subconsciente para conseguir todo aquello que deseas: más dinero, la relación perfecta, la casa de tus sueños, salud, mejores relaciones con las personas de tu entorno...
Descubre en esta guía paso a paso cómo formular afirmaciones para que sean realmente efectivas.
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Metavida
J. K. Vélez
Novela de ciencia ficción con un 0,001% de ciencia y el resto de ficción. Toques de drama y mucho humor. Fragmentos:
En una celda fría y húmeda, Sonia había empezado a recobrar la consciencia. Los ojos le dolían una barbaridad. Eso fue lo primero que sintió, sus ojos. Aunque aún no podía abrirlos.
Alguien cuidaba de ella. Alguien le estaba poniendo una almohada bajo la cabeza. Ahora le daba agua. Le parecía escuchar una voz amable, aunque no sonaba muy humana. Debía estar drogada.
Allí olía mal. Olía a moho. Y a hospital. Olía a excrementos, también. Todo junto.
Ahora empezaba a sentir más cosas. Sentía dolor. Y sentía algo extraño. En su cuerpo. Algo que no sólo eran drogas. Algo que luchaba por hacerse con el control, dentro de sus venas.
Recordaba un pinchazo, pero no aquél que tan amablemente le habían obsequiado los hombres de negro, sino uno posterior. Quizá lo había soñado, no podía estar segura.
No. Todo lo contrario. Claro que estaba segura. Era real. Dolía. Y algo intentaba adueñarse de su vida.
Alguien le arañó la cara y le pidió perdón.
Luego, alguien le hizo un corte en la mejilla y volvió a disculparse.
A lo mejor, si ahora le sacaba un ojo, le compraría un chalet en Guadalix de la Sierra.
Sentía la sangre manar de la herida, bajar rodando hasta su cuello.
Le hicieron otro corte, y luego oyó una maldición. Luego, más disculpas.
- Sólo intento que estés más cómoda, pero te voy a acabar matando. Mierda.
...
La extraña no sentía dolor, lo cual era más terrible todavía porque podía ser testigo de su propia muerte con todos los sentidos.
Permaneció en el suelo, sollozando, casi diez minutos.
No sabía si era una bendición o un castigo para ellos no sentir dolor. Estaba claro que el dolor físico había sido descartado de sus vidas por la mano del creador. Que sus cuerpos no podrían soportar los cambios a que eran sometidos, el crecimiento acelerado...
Guía práctica para aprovechar al máximo el poder de las afirmaciones
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J. K. Vélez
Novela de ciencia ficción con un 0,001% de ciencia y el resto de ficción. Toques de drama y mucho humor. Fragmentos:
En una celda fría y húmeda, Sonia había empezado a recobrar la consciencia. Los ojos le dolían una barbaridad. Eso fue lo primero que sintió, sus ojos. Aunque aún no podía abrirlos.
Alguien cuidaba de ella. Alguien le estaba poniendo una almohada bajo la cabeza. Ahora le daba agua. Le parecía escuchar una voz amable, aunque no sonaba muy humana. Debía estar drogada.
Allí olía mal. Olía a moho. Y a hospital. Olía a excrementos, también. Todo junto.
Ahora empezaba a sentir más cosas. Sentía dolor. Y sentía algo extraño. En su cuerpo. Algo que no sólo eran drogas. Algo que luchaba por hacerse con el control, dentro de sus venas.
Recordaba un pinchazo, pero no aquél que tan amablemente le habían obsequiado los hombres de negro, sino uno posterior. Quizá lo había soñado, no podía estar segura.
No. Todo lo contrario. Claro que estaba segura. Era real. Dolía. Y algo intentaba adueñarse de su vida.
Alguien le arañó la cara y le pidió perdón.
Luego, alguien le hizo un corte en la mejilla y volvió a disculparse.
A lo mejor, si ahora le sacaba un ojo, le compraría un chalet en Guadalix de la Sierra.
Sentía la sangre manar de la herida, bajar rodando hasta su cuello.
Le hicieron otro corte, y luego oyó una maldición. Luego, más disculpas.
- Sólo intento que estés más cómoda, pero te voy a acabar matando. Mierda.
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La extraña no sentía dolor, lo cual era más terrible todavía porque podía ser testigo de su propia muerte con todos los sentidos.
Permaneció en el suelo, sollozando, casi diez minutos.
No sabía si era una bendición o un castigo para ellos no sentir dolor. Estaba claro que el dolor físico había sido descartado de sus vidas por la mano del creador. Que sus cuerpos no podrían soportar los cambios a que eran sometidos, el crecimiento acelerado...