La Palabra de Dios es, ante todo, el relato de una historia que se
extiende desde la creación del mundo hasta el fin de los tiempos.
Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la Biblia proclama los hechos
portentosos de Dios. A través de ellos, Dios se revela como Señor,
Padre y Salvador, a fin de liberar del pecado y de la muerte a la
humanidad pecadora.
Esta historia comprende dos etapas. En la primera, Dios forma
para sí un pueblo, eligiéndolo de entre todas las naciones, para hacer
de él una nación santa, un pueblo sacerdotal y su posesión exclusiva.
La segunda está centrada y resumida plenamente en Jesucristo muerto
y resucitado, cuyo acontecimiento pascual constituye la revelación
definitiva de los designios de Dios.
En esta historia se sitúa, en primer lugar, el largo proceso de
formación del Antiguo Testamento, paralelo a la vida del pueblo de
Israel. Después de la muerte y la resurrección de Cristo, y por la
acción del Espíritu Santo, nace la iglesia cristiana, y en ella se va
formando progresivamente el Nuevo Testamento.
extiende desde la creación del mundo hasta el fin de los tiempos.
Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la Biblia proclama los hechos
portentosos de Dios. A través de ellos, Dios se revela como Señor,
Padre y Salvador, a fin de liberar del pecado y de la muerte a la
humanidad pecadora.
Esta historia comprende dos etapas. En la primera, Dios forma
para sí un pueblo, eligiéndolo de entre todas las naciones, para hacer
de él una nación santa, un pueblo sacerdotal y su posesión exclusiva.
La segunda está centrada y resumida plenamente en Jesucristo muerto
y resucitado, cuyo acontecimiento pascual constituye la revelación
definitiva de los designios de Dios.
En esta historia se sitúa, en primer lugar, el largo proceso de
formación del Antiguo Testamento, paralelo a la vida del pueblo de
Israel. Después de la muerte y la resurrección de Cristo, y por la
acción del Espíritu Santo, nace la iglesia cristiana, y en ella se va
formando progresivamente el Nuevo Testamento.