Si bien El Conde de Montecristo fue escrito por Alejandro Dumas padre en 1844 y han pasado 162 años desde entonces, a lo largo de todo este tiempo el terrible y dramático protagonista de esta historia no sólo no ha sido olvidado, sino que ha estado siempre presente en la imaginación y la fantasía de las sucesivas generaciones de lectores. Atravesando todo el siglo XX y también lo que va del XXI, la terrible odisea vivida por Edmundo Dantés, el prisionero del castillo de If que huye de su calabozo para volver bajo la figura del enigmático conde de Montecristo y vengarse de quienes arruinaron su vida, no ha perdido nada de su encanto y todavía más, se ha enriquecido… En efecto: la radiofonía, el cine y la televisión, inventos que Dumas no llegó a conocer, no sólo no sepultaron con nuevos personajes a Dantés, sino que reforzaron su presencia en nuestra imaginación con nuevas versiones. Sin duda, Alejandro Dumas –sabiéndolo o no– dio en una clave principal de nuestras fantasías y temores: el de la destrucción de la felicidad que imaginamos para nosotros mismos, por un golpe del destino que de ninguna forma esperamos.
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