Un psiquiatra entre freudiano y lacaniano que se convierte en paciente de su paciente. Una enana espiritista que agrava el tabaquismo del mayor de los escépticos. Las intrincadas vueltas de la farmacología que pone en el mercado unas gotas que tanto sirven para aclarar la vista de los ancianos como para matar a los hombres distraídos en el más puro goce: en estos paraísos de Rafael Pérez Gay, los perdedores participan en orgías, practican sin mucha convicción la bondage y nunca son felices, pero lo intentan una y otra vez. El humor y la ternura con que el autor de Nos acompañan los muertos trata a sus criaturas comprueban la maestría literaria que aplica a la vida cotidiana, haciéndola tridimensional y fascinante, en un abismo donde el lector quiere perderse para siempre.
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