Una decisión convirtió a Horacio Elizondo en una celebridad global: en el año 2006, ante dos mil quinientos millones de espectadores, le mostró la tarjeta roja a Zinedine Zidane -capitán y héroe de la selección francesa de fútbol-, ni más ni menos que en la final del Mundial en Alemania. Ese acto valiente e inesperado, llevado a cabo en milésimas de segundos, es apenas una de las tantísimas decisiones de un árbitro en un partido, mientras corre y está atento a decenas de estímulos.
Como él, los demás seres humanos tomamos a diario cientos de decisiones y evitamos tomar otras.
En Partido ganado, el célebre árbitro no sólo nos brinda las herramientas necesarias para decidir mejor en nuestros ámbitos de traba jo, familiares y sociales. También nos infunde valor para dar aquellos pasos que postergamos, ya sea por temor, pereza o comodidad.
«Estoy convencido de que sólo tomando decisiones y asumiendo riesgos -pequeños o grandes, pero riesgos al fin- es posible ir hacia adelante. Hay que 'hacer'. Eso implica decidir.»
«No sirve de nada quedarnos en la preocupación, porque es un obstáculo que nos separa de la acción, que es algo muy poderoso y que todos podemos poner en práctica.»
«El resultado de una buena decisión depende de los conocimientos, de la lucidez mental y, sobre todo, del equilibrio emocional.»
«La mente de un árbitro no se detiene. Tampoco la de las demás personas. Por eso, tomar decisiones es algo que va más allá de cualquier oficio. Todos hacemos lo mismo de manera constante: el árbitro de fútbol, el CEO de una compañía, el estudiante universitario y el empleado del banco.»
Como él, los demás seres humanos tomamos a diario cientos de decisiones y evitamos tomar otras.
En Partido ganado, el célebre árbitro no sólo nos brinda las herramientas necesarias para decidir mejor en nuestros ámbitos de traba jo, familiares y sociales. También nos infunde valor para dar aquellos pasos que postergamos, ya sea por temor, pereza o comodidad.
«Estoy convencido de que sólo tomando decisiones y asumiendo riesgos -pequeños o grandes, pero riesgos al fin- es posible ir hacia adelante. Hay que 'hacer'. Eso implica decidir.»
«No sirve de nada quedarnos en la preocupación, porque es un obstáculo que nos separa de la acción, que es algo muy poderoso y que todos podemos poner en práctica.»
«El resultado de una buena decisión depende de los conocimientos, de la lucidez mental y, sobre todo, del equilibrio emocional.»
«La mente de un árbitro no se detiene. Tampoco la de las demás personas. Por eso, tomar decisiones es algo que va más allá de cualquier oficio. Todos hacemos lo mismo de manera constante: el árbitro de fútbol, el CEO de una compañía, el estudiante universitario y el empleado del banco.»