Querido Tomás,
Estas creciendo y yo sigo con tantos miedos como el primer día que te tuve en brazos. Me asusta que te pasen las mismas cosas que a mí y no poder ayudarte. ¿Cómo podría, si cuando eras apenas un bebé yo no podía comprender la importancia que le deba el pediatra a tu falta de contacto visual? Después de todo, soy yo la que no tolero mirar a los ojos.
Parecerían ser infinitas las situaciones que para la mayoría de la gente son naturales pero que nosotros tenemos que aprender. Todos los días trato de entender algo más de cómo funciona este mundo del que somos parte para poder ayudarte. No hay reglas ni consignas claras, pero no te preocupes, siempre podemos preguntar, no te olvides que estamos rodeados de personas que nos quieren y nos protegen.
Después de todo, acá estamos, ¿no? Es cierto que es más fácil aislarse en los pensamientos, concentrarse en aprender aquello que nos fascina, pero estar mucho tiempo solo hace mal o mejor dicho, estar con gente que te quiere hace bien. Entonces, nos toca, en esto, hacer un esfuerzo enorme por superar todas las barreras que hay entre nosotros y el que está al lado. Sí, a veces parecen ser demasiadas y es cierto que hay muchas personas que ni siquiera las perciben. Pero entre nuestro esfuerzo y el del prójimo, podemos. Y cuando lo hacemos lo disfrutamos. Cuando estés muy cansado, ¡pensá en todas esas veces que te reíste con un amigo, con tus hermanos, con nosotros! Nunca te olvides que esas sonrisas dan mucha fortaleza.
Tomás, probablemente yo nunca pueda ayudarte en aquellas cosas que te resultan tan difíciles como a mí. Lo que sí puedo hacer es acompañarte y entenderte. Esto no significa que voy a permitir que te refugies en tu forma de ser. Hay muchas situaciones que para nosotros son terriblemente difíciles pero también hay cosas que nos salen mejor que a otros. Como cuando resolvés un problema de matemática sin hacer cálculos, o te acordás de esos detalles que nadie sabe.
Vos, con esa sinceridad divina que tenés, me demostraste el valor de la diversidad, lo importante que es resaltar lo bueno del ser distinto, y que aun siendo parecidos, no somos iguales.
Te quiero desde siempre,
Mamá
Estas creciendo y yo sigo con tantos miedos como el primer día que te tuve en brazos. Me asusta que te pasen las mismas cosas que a mí y no poder ayudarte. ¿Cómo podría, si cuando eras apenas un bebé yo no podía comprender la importancia que le deba el pediatra a tu falta de contacto visual? Después de todo, soy yo la que no tolero mirar a los ojos.
Parecerían ser infinitas las situaciones que para la mayoría de la gente son naturales pero que nosotros tenemos que aprender. Todos los días trato de entender algo más de cómo funciona este mundo del que somos parte para poder ayudarte. No hay reglas ni consignas claras, pero no te preocupes, siempre podemos preguntar, no te olvides que estamos rodeados de personas que nos quieren y nos protegen.
Después de todo, acá estamos, ¿no? Es cierto que es más fácil aislarse en los pensamientos, concentrarse en aprender aquello que nos fascina, pero estar mucho tiempo solo hace mal o mejor dicho, estar con gente que te quiere hace bien. Entonces, nos toca, en esto, hacer un esfuerzo enorme por superar todas las barreras que hay entre nosotros y el que está al lado. Sí, a veces parecen ser demasiadas y es cierto que hay muchas personas que ni siquiera las perciben. Pero entre nuestro esfuerzo y el del prójimo, podemos. Y cuando lo hacemos lo disfrutamos. Cuando estés muy cansado, ¡pensá en todas esas veces que te reíste con un amigo, con tus hermanos, con nosotros! Nunca te olvides que esas sonrisas dan mucha fortaleza.
Tomás, probablemente yo nunca pueda ayudarte en aquellas cosas que te resultan tan difíciles como a mí. Lo que sí puedo hacer es acompañarte y entenderte. Esto no significa que voy a permitir que te refugies en tu forma de ser. Hay muchas situaciones que para nosotros son terriblemente difíciles pero también hay cosas que nos salen mejor que a otros. Como cuando resolvés un problema de matemática sin hacer cálculos, o te acordás de esos detalles que nadie sabe.
Vos, con esa sinceridad divina que tenés, me demostraste el valor de la diversidad, lo importante que es resaltar lo bueno del ser distinto, y que aun siendo parecidos, no somos iguales.
Te quiero desde siempre,
Mamá