Hay una memoria histórica que no está en los libros. Porque es afecto, sensibilidad, devoción profunda, lo entrañable mismo. Es una memoria que se transmite en el gesto cotidiano y no en la palabra escrita. Memoria de clase, de esquina, de feria callejera, de afecto; memoria de dolor ajeno y de necesidad imperiosa de los otros.
El peronismo hizo de de esa memoria sensible una experiencia política que selló para siempre el destino de la Argentina. Desde aquel el 17 de Octubre de 1945 nada es lo mismo. Porque el suelo de los que estaban abajo se elevó: cara a cara obreros y patrones, las mujeres y los hombres en las urnas, la cultura popular y el teatro Colón. Un destino común para vidas distintas.
El peronismo íntimo, en este libro, es eso: las imágenes de un mundo hecho de Perón, de Evita, de la celebración año a año del 17 de Octubre; del romance de Juan y Eva y de ellos con el pueblo. Imágenes de calles ocupadas por un montón de gente que, por primera vez en la historia, pudo hablar en voz alta y reírse.
El peronismo hizo de de esa memoria sensible una experiencia política que selló para siempre el destino de la Argentina. Desde aquel el 17 de Octubre de 1945 nada es lo mismo. Porque el suelo de los que estaban abajo se elevó: cara a cara obreros y patrones, las mujeres y los hombres en las urnas, la cultura popular y el teatro Colón. Un destino común para vidas distintas.
El peronismo íntimo, en este libro, es eso: las imágenes de un mundo hecho de Perón, de Evita, de la celebración año a año del 17 de Octubre; del romance de Juan y Eva y de ellos con el pueblo. Imágenes de calles ocupadas por un montón de gente que, por primera vez en la historia, pudo hablar en voz alta y reírse.