El objetivo fundamental de este ensayo es mostrar como una producción artística en red
está capacitada para dar respuesta afectiva y cognoscitiva, mediante
implementación tecnológica, a las necesidades conectivas y comunicativas de una
colectividad -la humana-; revelándose, a su vez, capaz de experimentar nuevos
modelos sociales de construcción y distribución del saber. Modelos que parten del
establecimiento simultáneo de un espacio común de carácter público -la red-. Esta
producción simbólica es el resultado de unas prácticas que oscilan entre un arte
socio-político aparentemente inocuo y unos modos de acción tecno social
efectuados en y sobre la propia red desde el ámbito hacker.
Dichas prácticas son motivadas por la urgencia de configurar otros modos de
relación y de vida, que han permitido a personas que habitualmente se encuentran
del lado receptor -como meros espectadores o usuarios- asumir la propia gestión
crítica de lo real dentro y fuera de la red. Esta crítica precisa de conocimientos y
afecciones que se desprenden de una comunidad de usuarios co-productores, que
simultáneamente genera, conformando el imaginario social.
El estudio pretende también demostrar el principio de una confraternidad entre dos
ámbitos, cuyos procesos de subjetivación se encuentran en constante agitación y
efervescencia productiva. Aunque diversos en su origen, se unen en respuesta a la
posesión privativa del conocimiento y de la cultura.
(1) Un ámbito-arte en su plano inmanente más socialmente crítico -y autocrítico- y
(2) un ámbito-hacker nacido de una concepción de procomún del software.
Constatamos como el paralelismo de ambos ámbitos no radica sólo en las
coincidencia feliz de prosecución de unos fines colectivos, sino en la simetría de
procedimientos y estrategias -simbólicas, performativas y legales- sobre todo, en la
medida en que sus conceptos son ampliados y superan su especificidad.
está capacitada para dar respuesta afectiva y cognoscitiva, mediante
implementación tecnológica, a las necesidades conectivas y comunicativas de una
colectividad -la humana-; revelándose, a su vez, capaz de experimentar nuevos
modelos sociales de construcción y distribución del saber. Modelos que parten del
establecimiento simultáneo de un espacio común de carácter público -la red-. Esta
producción simbólica es el resultado de unas prácticas que oscilan entre un arte
socio-político aparentemente inocuo y unos modos de acción tecno social
efectuados en y sobre la propia red desde el ámbito hacker.
Dichas prácticas son motivadas por la urgencia de configurar otros modos de
relación y de vida, que han permitido a personas que habitualmente se encuentran
del lado receptor -como meros espectadores o usuarios- asumir la propia gestión
crítica de lo real dentro y fuera de la red. Esta crítica precisa de conocimientos y
afecciones que se desprenden de una comunidad de usuarios co-productores, que
simultáneamente genera, conformando el imaginario social.
El estudio pretende también demostrar el principio de una confraternidad entre dos
ámbitos, cuyos procesos de subjetivación se encuentran en constante agitación y
efervescencia productiva. Aunque diversos en su origen, se unen en respuesta a la
posesión privativa del conocimiento y de la cultura.
(1) Un ámbito-arte en su plano inmanente más socialmente crítico -y autocrítico- y
(2) un ámbito-hacker nacido de una concepción de procomún del software.
Constatamos como el paralelismo de ambos ámbitos no radica sólo en las
coincidencia feliz de prosecución de unos fines colectivos, sino en la simetría de
procedimientos y estrategias -simbólicas, performativas y legales- sobre todo, en la
medida en que sus conceptos son ampliados y superan su especificidad.