La visita de unos noveles reyes de España, don Juan Carlos I y doña Sofía, a tierras extremeñas en marzo de 1977, fue calificada de éxito. De entre las localidades visitadas, Plasencia fue una de ellas, y sería precisamente ahí donde ésta quedó tatuada en el cuerpo y alma de muchos de sus habitantes. La actuación de una Compañía de la Reserva General de la entonces policía armada, tuvo la culpa. Esta es la historia.
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