Amy, una joven mujer profesional conoce a Peter, un poderoso y acaudalado empresario. Su encuentro no es fortuito. Es parte de un plan de Peter para seducirla. Con el paso del tiempo él va introduciéndola lentamente en su mundo, y al final ella descubre que será suya para siempre.
Ésta es una historia erótica explícita corta de aproximadamente 5.650 palabras. Contiene lenguaje gráfico y temas sexuales. Está destinada sólo a adultos interesados en este tipo de material para su consumo en jurisdicciones donde su venta disfrute no violan leyes locales.
Extracto:
“Sr. Ragland, quiero decir, Peter, admito que comienzo a sentir como si cierta parte de esta noche hubiese sido planeada. No estoy completamente segura si me siento cómoda con eso o no,” dijo calmadamente.
“Claro que fue planeada. No dejo nada al azar,” respondió y su sonrisa desapareció. Su expresión cambió. La miraba como si la desafiara a oponérsele. De una sola vez, ella vio la astucia, la crueldad y la determinación de la que había oído hablar. Para su sorpresa, su rabia desapareció y fue reemplazada con ardor, excitación y atracción hacia ese hombre. No le daba oportunidad para dudar y eso la encendía. Se sintió fuera de control. Era inquietante porque no era una sensación a la que estuviese acostumbrada. Inclinó su cabeza en un esfuerzo por esconder su rostro. No tenía nada que decir en ese momento.
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“Sr. Ragland, quiero decir, Peter, admito que comienzo a sentir como si cierta parte de esta noche hubiese sido planeada. No estoy completamente segura si me siento cómoda con eso o no,” dijo calmadamente.
“Claro que fue planeada. No dejo nada al azar,” respondió y su sonrisa desapareció. Su expresión cambió. La miraba como si la desafiara a oponérsele. De una sola vez, ella vio la astucia, la crueldad y la determinación de la que había oído hablar. Para su sorpresa, su rabia desapareció y fue reemplazada con ardor, excitación y atracción hacia ese hombre. No le daba oportunidad para dudar y eso la encendía. Se sintió fuera de control. Era inquietante porque no era una sensación a la que estuviese acostumbrada. Inclinó su cabeza en un esfuerzo por esconder su rostro. No tenía nada que decir en ese momento.