“Bien podría hablar de nubes. Por hablar de algo”.
Coge este libro sin miedo, ábrelo, léelo, pero no lo agites de más. Porque las nubes son delicadas, pueden deshacerse y rehacerse, juntarse y disgregarse, y de la misma forma pueden mezclarse con los personajes. Y después, ¿qué hacemos con el científico nudista, con el héroe de guerra, con la oficinista con problemas de puntualidad, con el poeta alcoholizado, con el que sale del cine, con el hermano del violinista negro, con el hombre-escarabajo, con la enfermera, con la otra enfermera que no habla, con el psiquiatra estupefacto, con la niña que pasea por la casa cuando todos duermen, con el náufrago de la isla desierta, con el loco que guarda la estatua, con el historiador judío, con el que mira por la ventana y con todos los demás?
Bien pensado, ábrelo, agítalo todo lo que quieras, léelo... o no. Es tuyo.
Francisco Castiñeira pasa la vida siguiendo la estela de una maleta. Se crió en el barrio de A Coruña donde llegan y parten los trenes, ya se veía venir. Hace años que habita en la fría y hermosa Regensburg, Baviera, y la cosa debe de venir de familia, porque los padres lo nacieron en Suíza allá por 1977. Pisa con gusto la nieve con unas buenas botas, echa de menos el mar, va y viene y vuelve a aparecer de cuando en cuando con un cuento debajo del brazo. Publicó la recopilación Seica chove hace años, mantiene a duras penas el blog Chove en ningures, consiguió varios premios literarios de relato corto (pero de eso le da vergüenza hablar) y abriga la esperanza de que leas este libro, pero también de que no repares en esta pequeña y caótica biografía suya. Sin mucho éxito, por lo visto.
Coge este libro sin miedo, ábrelo, léelo, pero no lo agites de más. Porque las nubes son delicadas, pueden deshacerse y rehacerse, juntarse y disgregarse, y de la misma forma pueden mezclarse con los personajes. Y después, ¿qué hacemos con el científico nudista, con el héroe de guerra, con la oficinista con problemas de puntualidad, con el poeta alcoholizado, con el que sale del cine, con el hermano del violinista negro, con el hombre-escarabajo, con la enfermera, con la otra enfermera que no habla, con el psiquiatra estupefacto, con la niña que pasea por la casa cuando todos duermen, con el náufrago de la isla desierta, con el loco que guarda la estatua, con el historiador judío, con el que mira por la ventana y con todos los demás?
Bien pensado, ábrelo, agítalo todo lo que quieras, léelo... o no. Es tuyo.
Francisco Castiñeira pasa la vida siguiendo la estela de una maleta. Se crió en el barrio de A Coruña donde llegan y parten los trenes, ya se veía venir. Hace años que habita en la fría y hermosa Regensburg, Baviera, y la cosa debe de venir de familia, porque los padres lo nacieron en Suíza allá por 1977. Pisa con gusto la nieve con unas buenas botas, echa de menos el mar, va y viene y vuelve a aparecer de cuando en cuando con un cuento debajo del brazo. Publicó la recopilación Seica chove hace años, mantiene a duras penas el blog Chove en ningures, consiguió varios premios literarios de relato corto (pero de eso le da vergüenza hablar) y abriga la esperanza de que leas este libro, pero también de que no repares en esta pequeña y caótica biografía suya. Sin mucho éxito, por lo visto.