El amor siempre nos sorprende llevándonos a la cima del universo cuando anda libre y soberano y, de igual manera, nos sumerge en lo más profundo de un abismo sin fin cuando nos encadena a una pena que nos arrastra por la calles del lamento. En el claroscuro de un amor podemos ser luz eterna iluminando a nuestro alrededor o simplemente ser parte de la misma oscuridad refugiándonos en lo negro de un silencio aterrador. Nos volvemos aves del paraíso o pájaros de mal agüero, sueños exquisitos envueltos en luna llena o pesadillas que nos ponen de rodillas implorando penas sin compañía.
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