«Cuando mis noches se volvieron eternas dibujando versos entre penas, mi cama se llenaba de estrellas que clamaban azucenas encerradas en botellas por caprichos de ballenas que navegan en esteros sin luceros de un bosque colmado de condenas. Surqué los vértices del tiempo en lanzas enamoradas que buscaban desesperadas pasiones en canciones sin el verso de su cuerpo y exclamé embebido de un licor femenino las lujurias del camino que me presentaba el destino al seguir los pasos de un pergamino que me guía en los azahares de la cofradía que en su día fue dulce vino. Y ahí quedaron, aquellas estrellas enamoradas palpitando en mi almohada, susurrando en lo callado que soy presente siendo pasado.»
Robert Maximiliam.
Robert Maximiliam.