Este libro se adentra en las lógicas que excluyen a los pobres y degradan el medioambiente y ofrece pautas de espiritualidad ignaciana para promover la inclusión y la sostenibilidad. Las transformaciones sociales experimentadas en los últimos dos siglos han sido espectaculares. Han tenido un impacto definitivo en las sociedades occidentales y han activado dinámicas que afectan hoy a todas las naciones. El progreso y el bienestar inaugurados han mejorado las condiciones de vida de millones de personas: elevación de la esperanza de vida, expansión de la educación, disminución de la mortalidad infantil… Sin embargo, subsisten problemáticas endémicas, como la pobreza, la creciente desigualdad y el rechazo al diferente. La exclusión es un signo de nuestro tiempo. Asimismo nuestro modo de producción y consumo es insostenible. Asistimos al calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y la alteración de los ciclos naturales. Inclusión y sostenibilidad se alzan como las dos grandes tareas de nuestro tiempo, que precisarán personas sólidas, de convicciones firmes, generosas y capaces de avanzar en comunidad. Los desafíos son muy complejos y tienen dimensiones colosales. Nos desbordan como seres humanos individuales y nos pueden conducir a la resignación. De ahí la urgencia de cultivar las motivaciones interiores y nutrir la esperanza. Es decir, la urgencia de una espiritualidad que aporte pautas para vivir el momento histórico presente. La espiritualidad ignaciana viene en nuestra ayuda: atenta al mundo interior, favorece el crecimiento de las personas en libertad y donación; compasiva con la realidad, permite confrontar las dinámicas de la exclusión sin evadirnos ni desesperar; admirada con la creación, suscita una actitud de amistad con todo lo creado.
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