Nadie, absolutamente nadie tiene el privilegio de escoger a ese ser maravilloso que tiene el DON de darnos la vida, que nos concibe, que nos tiene en sus entrañas por 9 meses. Ese ser que tiene la osadía de traernos a este mundo, porque está dispuesta a sacrificarlo todo para entregarnos sus genes, su sangre, sus células y hasta su vida. Un ser que está completamente comprometido a perder su sueño para darnos bienestar, su tranquilidad para darnos protección, y su libertad para ofrecernos calidad de vida. Para que podamos tener un buen desarrollo tanto emocional como físico. Ese maravilloso ser es al que se le llama “MAMÁ”. No tenemos más alternativa que aceptarla y confiar profundamente en que nos va a cuidar y nos va amar. Es un ser, que por naturaleza, brinda comprensión; tiene paciencia, es dulce y mejor aún, da amor.
Pero para mí desgracia, tuve mala suerte, ese ser maravilloso que me tocó a mí como MAMÁ, nunca me brindó un beso, un abrazo ni una simple caricia. Por el contrario, lo único que me brindó fue odio y desprecio. Siempre me hizo sentir que lo único que yo le producía era asco, que era el ser más despreciable, que no merecía nada bueno y que era la culpable de su infelicidad.
De ella recibí los castigos, desprecios, humillaciones, más horrendos, y los insultos más deprimentes que puede recibir una hija de su propia madre.
En realidad me causo tanto dolor, y me hizo tanto daño que muchas veces sentí derramar lágrimas de sangre.
Con mi historia quiero que te des cuenta de lo perjudicial y de todo el daño que puede hacer una MAMÁ cuando no está preparada para serlo, como fue la mía.
Pero para mí desgracia, tuve mala suerte, ese ser maravilloso que me tocó a mí como MAMÁ, nunca me brindó un beso, un abrazo ni una simple caricia. Por el contrario, lo único que me brindó fue odio y desprecio. Siempre me hizo sentir que lo único que yo le producía era asco, que era el ser más despreciable, que no merecía nada bueno y que era la culpable de su infelicidad.
De ella recibí los castigos, desprecios, humillaciones, más horrendos, y los insultos más deprimentes que puede recibir una hija de su propia madre.
En realidad me causo tanto dolor, y me hizo tanto daño que muchas veces sentí derramar lágrimas de sangre.
Con mi historia quiero que te des cuenta de lo perjudicial y de todo el daño que puede hacer una MAMÁ cuando no está preparada para serlo, como fue la mía.