Todos me conocen como Giana, aunque mi verdadero nombre es Gia, que en la jerga del norte significa nadie. Un nombre poco común entre la población pero apropiado para mi condición.
Hasta hace poco pertenecía a lo que en la ciudad de Niure se conoce como niños asesinos, puede parecer un apodo cruel pero en realidad es bastante acertado.
Mi vida dejó de pertenecerme el mismo día de mi nacimiento, cuando me arrancaron de las entrañas de mi madre para convertirme en un mero instrumento de muerte al servicio de otros.
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