¿A qué queremos llegar con esto?, a que en medio del susto ejercido por el ser capital, está el riesgo de perder lo que se encuentra en nuestra esencia, y es nuestra propia capacidad para ser. La competitividad no es ser más que alguien, es ser más que nosotros mismos. De observar es, claramente, la función del susto, y es la de manipular la preocupación en entornos cerrados, esto es, el tender a un fin que es puesto frente a nos en las acciones que cometemos. Claro que, si estas acciones han comenzado desde un plano confuso, más estaremos a la intemperie del susto.
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