Prisciliano fue un personaje de importancia "planetaria" en su época. Ocupó a Emperadores, Papas y Obispos de toda la cristiandad. Su vida fue muy activa e intensa, de la que conservamos unas cuantas referencias, poco rigurosas en su mayor parte, por lo que la peripecia humana de esta novela es, aunque profusamente documentada, de invención en sus detalles. La influencia de Prisciliano se prolongó por siglos y ha sido repetidamente condenado por Concilios y por toda la ortodoxia católica. Tras su muerte, en la que le acompañaron algunos discípulos, otros que se pudieron librar lo trasladaron, junto con sus compañeros, a su tierra de origen. Se ignora dónde está enterrado, aunque muchos aventuran que ocupa la tumba que se venera en la Catedral de Santiago de Compostela.
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