En el pasado la expresión “¡el final del mundo se acerca!” estaba asociada con gente fanática, gente que caminaba descalza en largas batas, con letreros de cartón en el pecho y la espalda, o que llevaban letreros en las banquetas. Hace mil años, inclusive hace cien años, el hombre no podía comprender la posibilidad de que el mundo, como lo conocemos ahora, pudiera acabarse. Los tiempos han cambiado y ahora vivimos en un mundo en donde no es inusual ver programas de televisión y películas que escenifiquen esta catástrofe. Como resultado de las descripciones vívidas y gráficas del libro de Apocalipsis, en donde se describe literalmente el final del mundo, ahora esto parece más y más razonable.
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