De traslacion de las fronteras de Buenos Aires, &c. REPRESENTACION AL REY. SEÑOR:— D. Sebastian de Undiano y Gastelu, Capitan del regimiento de voluntarios de caballería de milicias disciplinadas de la ciudad de Mendoza, vireynato de Buenos Aires, deseoso del mayor bien del Estado, me atrevo á proponer á V. M. la conquista pacífica de diez y siete mil leguas cuadradas de tierra, situadas en el mejor suelo del universo, y en una de las orillas de su estendidísimo imperio:—conquista para la cual no hay que chocar con ninguna potencia extrangera, porque toda ha de hacerse en un país que pertenece á la corona de Castilla. Tampoco ha de derramarse sangre, porque algunas pequeñas tribus de indios errantes, que discurren por él sin asiento fijo, al modo que andaban antes los gitanos por esa península, ni querrán, ni podrán oponerse al proyecto que en ninguna manera les perjudica. Ellos, desde el año de 1784, poco ó nada han dado que hacer, y si ahora no cometen hostilidades, con ser que tienen una retirada segura, es de creer continuen en la misma buena armonia al verse cercados de los establecimientos que voy á proponer. Tampoco han de ocasionarse erogaciones á la hacienda pública, porque con lo que produce el ramo de guerra que se administra en esta capital, y se destinó á la seguridad y poblacion de estos campos, comprendo que habrá suficiente dinero para ocurrir á los gastos que se han de impender; ni menos ha de necesitarse sacar tropas del Viejo Mundo para las guarniciones de los fuertes que se han de fundar; porque trasladando á ellos la que hay en los que actualmente tenemos en estas fronteras me parece que quedará bien defendida la nueva línea, si se atiende á que esta ha de formarse de la natural defensa que proporcionan los dos caudalosos rios, Negro y Diamante, y hasta los cuales deberán avanzarse nuestras fronteras, desde esta capital hasta Mendoza, que es á lo que se reduce todo el proyecto. Los terrenos de que trato son los comprendidos entre el rio Negro del sud, y las fronteras de Buenos Aires, Santa-Fé, Córdoba, San Luis y Mendoza. Ellos forman una figura de cuatro lados desiguales, que aunque no son en todo rigor rectilineos, por las inflexiones de las costas y de los rios que se ven por sus extremidades, puede muy bien, si se mira el todo, y hablando en términos geométricos, llamarse un trapecio. En sus dos ángulos agudos viene á caer la boca del Rio de la Plata y Mendoza, y á los de los obtusos corresponde la confluencia del rio Diamante con el Negro, y la desembocadura de este en el Océano Atlántico austral. Su mayor lado es el del norte, y lo forman las fronteras dichas, tomadas en toda su extension este-oeste, desde Buenos Aires hasta Mendoza, el cual he corrido muchas veces. Síguese por el ancho el lado del oeste, que se extiende desde los 32 grados 56 minutos de latitud sud, en que está Mendoza, hasta los 39 grados escasos, en que el piloto D. Basilio Villarino colocó la confluencia del Negro con el Diamante. Este lado lo forma este último rio, que corre desde la jurisdiccion de Mendoza, y el camino que desde aquella ciudad se dirige hasta la union del Diamante con el actual, el cual tambien he reconocido en dos expediciones hechas por aquel lado contra los indios del sud; habiéndonos internado en la del año 84, hasta los toldos de los Manantiales, no muy lejos de la junta del Diamante con el Negro. El tercer lado, que por su extension debe seguirse á los dos precedentes, es el del este, que lo compone la costa de Patagones, desde el Rio de la Plata hasta la desembocadura del Negro, y que han recorrido muchos por mar, y aun atravesado por tierra
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