La práctica analítica en los dispositivos no analíticos conlleva un desafío: inventar una clínica por fuera de los muros del consultorio en la cual se respondan las demandas de un sujeto, la de la propia disciplina e incluso el pedido de evaluación de la salud provenientes del campo institucional. Esta situación implica recordar que la pregunta acerca del quehacer analítico no es pragmática sino ética y que no toda pragmática se ajusta a los fundamentos que se esperan del psicoanálisis, es decir, a la suposición de un sujeto como condición preliminar para un analista. En este sentido, el planteo de Psicoanálisis sin diván presenta la práctica más allá del dispositivo tradicional y los interrogantes a los cuales el analista que se presta a esta experiencia debe responder. Para Irene Greiser, la inserción social del psicoanálisis no constituye una proclama, sino la puesta en acto de una práctica que, realizada en dispositivos no analíticos, apunte a reintroducir al sujeto rechazado por el protocolo evaluativo, por las ilusiones cientificistas de la época, por los ideales del humanismo o por los delirios de normalidad. A través del “uno por uno” y del “no para todos por igual”, solo el psicoanálisis puede reinsertar a un sujeto en lo social. Escrito desde la experiencia de una extensa práctica clínica, este libro se propone como herramienta de consulta para los practicantes que se encuentran ante las dificultades planteadas por falta de bibliografías sobre el tema.
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