Muchos claman haber tenido una experiencia espiritual y terminan en el hospital, y hasta internados, para ser tratados por problemas mentales.
¿Qué puede hacer a este caso, a esta experiencia que vamos a revisar, diferente de aquellas otras que necesitan de algún tipo de tratamiento médico y, o asistencia siquiátrica?
¿Cuándo estamos frente a un caso sicótico y cuándo frente a una experiencia espiritual?
¿Cuál es el origen real de los casos que se consideran sicóticos pero de raíces inexplicables, que no responden a perturbaciones biológicas causadas por drogas o sustancias nocivas, y a los que se les atribuye entonces una causa emocional?
¿Hay alguna relación real, directa, particular, individual, íntima, entre la mente del ser humano y el proceso existencial consciente de sí mismo del que provenimos, ya sea por Creación o por evolución?
¿Hay alguna manera de entrar al mecanismo de interacción entre la mente humana y el proceso existencial del que proviene el ser humano? Después de todo, todo proceso energético, sea consciente de sí mismo o no, da lugar a algo que lleva impreso a información del mismo proceso que le da lugar.
A quienes se hacen estas preguntas, particularmente en una civilización de la especie humana que aún no entiende el proceso existencial del que provenimos y nuestra relación íntima con él a través de la mente, les invito a asomarse a esa relación a través de esta extraordinaria experiencia y al mecanismo de interacción entre la mente humana y el proceso existencial del que proviene y del que es parte inseparable, con el que interactúa constante, permanentemente, aunque somos todavía mayormente inconscientes de ello.
¿Es esta experiencia solo para quienes creen en Dios?
Es para todos, crean o no en Dios como nuestro Origen, en alguna interpretación racional limitada por nuestras referencias de desarrollo, y, o condicionadas por las prácticas culturales. En esta experiencia, Dios es el Origen Absoluto del ser humano; es el proceso existencial del que el ser humano proviene, no importa por qué mecanismo, Creación o evolución. El ser humano no se ha creado a sí mismo sino que proviene de una presencia previa a la consciencia de sí misma de la existencia; presencia que ya ha sido reconocida por científicos y teólogos, aunque luego ambas disciplinas del proceso racional humano se desvían de sus propios reconocimientos.
¿Qué nos propone hoy Juan frente a lo que quienes le asistieron ese día, 4 de Julio de 2001, reportaron como un extraño caso, inexplicable para ellos, es decir, no ligado a ninguna sustancia tóxica ni a ningún problema biológico?
Juan nos sugiere revisar su experiencia en detalle, como si el lector estuviera presenciándola de primera mano junto a él. Había una razón para que Juan pudiera registrar, día a día, todo lo que ocurría, a pesar de lo que ocurría luego de la desvastadora primera experiencia que precedió a la segunda que le condujo al estado en que lo hallaron el 4 de Julio de 2001.
¿Qué puede hacer a este caso, a esta experiencia que vamos a revisar, diferente de aquellas otras que necesitan de algún tipo de tratamiento médico y, o asistencia siquiátrica?
¿Cuándo estamos frente a un caso sicótico y cuándo frente a una experiencia espiritual?
¿Cuál es el origen real de los casos que se consideran sicóticos pero de raíces inexplicables, que no responden a perturbaciones biológicas causadas por drogas o sustancias nocivas, y a los que se les atribuye entonces una causa emocional?
¿Hay alguna relación real, directa, particular, individual, íntima, entre la mente del ser humano y el proceso existencial consciente de sí mismo del que provenimos, ya sea por Creación o por evolución?
¿Hay alguna manera de entrar al mecanismo de interacción entre la mente humana y el proceso existencial del que proviene el ser humano? Después de todo, todo proceso energético, sea consciente de sí mismo o no, da lugar a algo que lleva impreso a información del mismo proceso que le da lugar.
A quienes se hacen estas preguntas, particularmente en una civilización de la especie humana que aún no entiende el proceso existencial del que provenimos y nuestra relación íntima con él a través de la mente, les invito a asomarse a esa relación a través de esta extraordinaria experiencia y al mecanismo de interacción entre la mente humana y el proceso existencial del que proviene y del que es parte inseparable, con el que interactúa constante, permanentemente, aunque somos todavía mayormente inconscientes de ello.
¿Es esta experiencia solo para quienes creen en Dios?
Es para todos, crean o no en Dios como nuestro Origen, en alguna interpretación racional limitada por nuestras referencias de desarrollo, y, o condicionadas por las prácticas culturales. En esta experiencia, Dios es el Origen Absoluto del ser humano; es el proceso existencial del que el ser humano proviene, no importa por qué mecanismo, Creación o evolución. El ser humano no se ha creado a sí mismo sino que proviene de una presencia previa a la consciencia de sí misma de la existencia; presencia que ya ha sido reconocida por científicos y teólogos, aunque luego ambas disciplinas del proceso racional humano se desvían de sus propios reconocimientos.
¿Qué nos propone hoy Juan frente a lo que quienes le asistieron ese día, 4 de Julio de 2001, reportaron como un extraño caso, inexplicable para ellos, es decir, no ligado a ninguna sustancia tóxica ni a ningún problema biológico?
Juan nos sugiere revisar su experiencia en detalle, como si el lector estuviera presenciándola de primera mano junto a él. Había una razón para que Juan pudiera registrar, día a día, todo lo que ocurría, a pesar de lo que ocurría luego de la desvastadora primera experiencia que precedió a la segunda que le condujo al estado en que lo hallaron el 4 de Julio de 2001.