La encrucijada actual es una ocasión providencial para que los cristianos descubran la verdadera naturaleza del cristianismo. "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva", ha escrito Benedicto XVI. Para muchos, sin embargo, el cristianismo es más nocional que real, se ha reducido a mera doctrina o ética, y no incide en la vida, no convence, no es capaz de sacar al hombre de su letargo, de dar una respuesta a la necesidad fundamental de la persona humana. Lo que nos mueve es el encuentro con personas creyentes que por su fe atraen hacia la gracia de Cristo. Sólo el testimonio de la belleza de la vida cristiana cambia a las personas.
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