Segundo Villacorta jamás hubiera pensado que una simple llamada iba a dar al traste con los planes que tenía para esa noche, que era en realidad lo mismo que decir «el resto de su vida». Pero el teléfono sonó, y no le quedó más remedio que replantearse de nuevo las cosas.
Ese mismo día le habían diagnosticado metástasis, con una esperanza de apenas unos pocos meses. Pero la llamada le arrancó de los brazos de la muerte y le convirtió en un hombre completamente distinto, despiadado y peligroso. Y así, el maestro de escuela jubilado y desahuciado tuvo que dedicarse durante unas semanas a un trabajo sensiblemente diferente al que acostumbraba a realizar: asesinar gente.
Ese mismo día le habían diagnosticado metástasis, con una esperanza de apenas unos pocos meses. Pero la llamada le arrancó de los brazos de la muerte y le convirtió en un hombre completamente distinto, despiadado y peligroso. Y así, el maestro de escuela jubilado y desahuciado tuvo que dedicarse durante unas semanas a un trabajo sensiblemente diferente al que acostumbraba a realizar: asesinar gente.