Una de las cariátides del Palacio de Justicia huye ante el asedio del demoledor Picón de Moler. Un par de pingos varados, junto a la otra cariátide, se dan -durante una semana- a su búsqueda y rebúsqueda a través de los sitios y los sucesos de la historia de Bucaramanga.
Imagine usted que se pudiera viajar por Bucaramanga desde su fundación hasta nuestros días. ¿Recuerda la antigua Plaza de Mercado, los muertos del estadio, las pedreas en la UIS, las salas de cine derribadas, los suicidas del viaducto y los letreros emblemáticos como “Silencio, tabaco en reposo”?
¿Sabe usted cómo llegó y se propagó el vallenato en la ciudad y en todo Santander?
¿Desconoce usted la existencia de una ciudad simétrica pero subterránea frecuentada por no pocos de nuestros paisanos?
Hacen gala en el relato, personajes como los hermanos Garnica, Mimimota, Custodio García Rovira, Majuja, los Puyana, Tongorito, Habitas, Pablus Gallinazus y Geo Von Lengerke, entre muchos otros.
Y se recrean sitios ya olvidados como el Venado de Oro, la sala de música de la Cámara de Comercio, el Gran Gatsby, los ‘parados’ de la 15, la Droguería Gato Negro, el Bar Allende, el Rincón de los Abuelos, el Tupac, Rancho Charles, el Sanandresito antiguo, la Cuarta y la Sesenta y Una, el Luna Park, la Casa Fantasma de la 27 y el Puente de la Cochera, por citar algunos.
Pero más allá de los personajes, de los sitios, de la comida, de los dichos, de las hormigas y quizá del mismo machismo, este es uno de los “mensaje dentro de la botella” para la memoria colectiva y para las generaciones presentes y futuras. Así como para que aunemos esfuerzos en la lucha contra el progreso caótico que derriba nuestro pasado secundado por Picón de Moler.
Sin pretensiones didácticas, moralistas, históricas ni periodísticas, esta ingeniosa y humorística obra literaria constituye una crónica fabulada que recrea el alma de Bucaramanga y su gente.
Imagine usted que se pudiera viajar por Bucaramanga desde su fundación hasta nuestros días. ¿Recuerda la antigua Plaza de Mercado, los muertos del estadio, las pedreas en la UIS, las salas de cine derribadas, los suicidas del viaducto y los letreros emblemáticos como “Silencio, tabaco en reposo”?
¿Sabe usted cómo llegó y se propagó el vallenato en la ciudad y en todo Santander?
¿Desconoce usted la existencia de una ciudad simétrica pero subterránea frecuentada por no pocos de nuestros paisanos?
Hacen gala en el relato, personajes como los hermanos Garnica, Mimimota, Custodio García Rovira, Majuja, los Puyana, Tongorito, Habitas, Pablus Gallinazus y Geo Von Lengerke, entre muchos otros.
Y se recrean sitios ya olvidados como el Venado de Oro, la sala de música de la Cámara de Comercio, el Gran Gatsby, los ‘parados’ de la 15, la Droguería Gato Negro, el Bar Allende, el Rincón de los Abuelos, el Tupac, Rancho Charles, el Sanandresito antiguo, la Cuarta y la Sesenta y Una, el Luna Park, la Casa Fantasma de la 27 y el Puente de la Cochera, por citar algunos.
Pero más allá de los personajes, de los sitios, de la comida, de los dichos, de las hormigas y quizá del mismo machismo, este es uno de los “mensaje dentro de la botella” para la memoria colectiva y para las generaciones presentes y futuras. Así como para que aunemos esfuerzos en la lucha contra el progreso caótico que derriba nuestro pasado secundado por Picón de Moler.
Sin pretensiones didácticas, moralistas, históricas ni periodísticas, esta ingeniosa y humorística obra literaria constituye una crónica fabulada que recrea el alma de Bucaramanga y su gente.