«Después de bailar y comer se iban a la mar a nadar, y ellas mejor que ellos, y todos juntos se regocijaban y de allí se venía cada cual a recoger a sus moradas: Linda vida si no se los llevara el Diablo: Hubo en ellos grandiosos nadadores que aventajaba el menor a el mejor español, porque presumían ser buzos de debajo del agua.
Tenían las casas de las doncellas recogidas que estas no salían a parte ninguna, salvo a bañarse, y habían de ir so-las, y había día diputado para eso, y así sabiéndolo o no, tenía pena de la vida el hombre que fue a verlas o encontrarlas y hablarlas Maguas o Maguadas, y los españoles Marimaguadas, que siempre controvertieron el nombre de las cosas y despreciaron sus vocablos y cuando se reparó para rastrearles sus costumbres por más extenso, no hubo quien diera razón de ello».
(P. Gómez Escudero, capítulo XIX)
Tenían las casas de las doncellas recogidas que estas no salían a parte ninguna, salvo a bañarse, y habían de ir so-las, y había día diputado para eso, y así sabiéndolo o no, tenía pena de la vida el hombre que fue a verlas o encontrarlas y hablarlas Maguas o Maguadas, y los españoles Marimaguadas, que siempre controvertieron el nombre de las cosas y despreciaron sus vocablos y cuando se reparó para rastrearles sus costumbres por más extenso, no hubo quien diera razón de ello».
(P. Gómez Escudero, capítulo XIX)