A través de Antonio Coello y Juan, hombre de letras y pastor respectivamente, viveremos las experiencias de los soldados y oficiales de los Tercios y de las vicisitudes y dificultades que encarnaba ser militar en Flandes en aquellos tiempos.
El reinado de Felipe IV —años 1621 a 1665— es uno que la historia siempre recuerda, no solo por ser considerado como el eslabón central del Siglo de Oro español, sino por los continuos sobresaltos a los que estuvo sometido. Nada más heredar el trono, el monarca, de la mano de los privados en los que se puso la gobernación del Estado, alteró la política pacifista y de concordia de su antecesor, Felipe III.
Se pasó a una más agresiva política exterior, apoyada siempre en el empleo las armas, con el propósito de recuperar la iniciativa en el centro de Europa y advertir de la posición hegemónica continental española.
La reanudación de las hostilidades con las Provincias Unidas después de la tregua de los doce años y la entrada, a partir de 1635, de Francia en el conflicto, alarmada por los iniciales éxitos españoles en el centro de Europa, supuso reabrir viejos frentes en el exterior, con acumulación de numerosísimos contingentes militares, y ello sin tener resuelto la financiación de tan descomunal empresa.
Juan y Antonio llegarán hasta el final y estarán presentes en la derrota del 19 de mayo de 1643, en la villa francesa de Rocroi, que supuso del principio del fin de las aspiraciones imperiales de los Habsburgo españoles en Europa. Una derrota sin paliativos, pero llena de orgullo y de dignidad para las armas españolas
El reinado de Felipe IV —años 1621 a 1665— es uno que la historia siempre recuerda, no solo por ser considerado como el eslabón central del Siglo de Oro español, sino por los continuos sobresaltos a los que estuvo sometido. Nada más heredar el trono, el monarca, de la mano de los privados en los que se puso la gobernación del Estado, alteró la política pacifista y de concordia de su antecesor, Felipe III.
Se pasó a una más agresiva política exterior, apoyada siempre en el empleo las armas, con el propósito de recuperar la iniciativa en el centro de Europa y advertir de la posición hegemónica continental española.
La reanudación de las hostilidades con las Provincias Unidas después de la tregua de los doce años y la entrada, a partir de 1635, de Francia en el conflicto, alarmada por los iniciales éxitos españoles en el centro de Europa, supuso reabrir viejos frentes en el exterior, con acumulación de numerosísimos contingentes militares, y ello sin tener resuelto la financiación de tan descomunal empresa.
Juan y Antonio llegarán hasta el final y estarán presentes en la derrota del 19 de mayo de 1643, en la villa francesa de Rocroi, que supuso del principio del fin de las aspiraciones imperiales de los Habsburgo españoles en Europa. Una derrota sin paliativos, pero llena de orgullo y de dignidad para las armas españolas