Tras el fallido golpe de Estado del 23-F, los altos mandos militares del antiguo régimen franquista se alzan en armas contra la democracia y el rey. La aviación bombardea el Palacio de la Zarzuela y asesina impunemente a la familia real. Nuevamente, los carros de combate corren por las calles de Madrid y de otras ciudades españolas. Pero esta vez van en serio.
El comandante Gálvez y otros militares demócratas intentarán abortar la asonada tras hacerse con el mando del Regimiento de Infantería Mecanizada Wad-Ras. El enfrentamiento en pleno centro de la capital es inevitable. Pero Gálvez tendrá que decidir entre seguir dirigiendo el contragolpe, o acudir a Sevilla a salvar la vida de su hija, afiliada al Partido Comunista y prisionera de los golpistas.
Esta es la verdadera historia de lo que podría haber sucedido, hace 31 años, de haberse llevado a cabo el llamado Plan Móstoles.
Hace 30 años, en España se vivieron unos momentos realmente inquietantes que pusieron en peligro la recién estrenada democracia. Un grupo de guardias civiles, dirigidos por el teniente coronel Antonio Tejero, irrumpían en el Palacio del Congreso aprovechando que los diputados en pleno votaban la investidura del nuevo presidente de gobierno. Aquel acto claramente involucionista fue secundado por la Capitanía de Valencia y algunos militares pertenecientes al Regimiento de Caballería Villaviciosa 14 y la Brunete de Madrid. Sin embargo, tras la aparición de Su Majestad el Rey en televisión, el golpe de Estado llegó a su fin sin incidentes de gravedad. Los españoles, que hasta entonces habían mantenido el aliento, pudieron respirar libremente. El sentido democrático había vencido a los militares nostálgicos del antiguo régimen.
Lo que muchos no llegaron a saber, es que con aquella mascarada de golpe de Estado se venían abajo los planes de un numeroso grupo de coroneles y generales del Ejército español, quienes tenían proyectado iniciar una cruenta asonada al más puro estilo de los dictadores Pinochet y Videla; el llamado “Golpe de los Coroneles”, que al grito de «¡Volverá a reír la primavera!», habían decidido llevar el terror hasta el mismísimo Palacio de la Zarzuela.
El autor tuvo conocimiento de esta información, gracias al ex coronel Amadeo Martínez Inglés, jefe de Estado Mayor de la Brigada de Infantería de Defensa del Territorio de la V Región Militar, quien fue testigo presencial de la conjura que planearon Elícegui Prieto y una veintena de jefes de Cuerpo, coroneles y tenientes coroneles, que ya entonces pretendían alzarse en armas contra el Rey, reunión que se celebró seis meses antes del 23-F en el viejo palacio que alberga a la Capitanía General de Aragón. Un plan para crear un cerco táctico alrededor de Madrid a primeros de mayo: el llamado Plan Móstoles. Constaba de tres fases, y contemplaba básicamente un asedio estratégico de la capital española a cargo de distintas Brigadas de las Regiones Militares I, II, III, V, VII y VIII, que previamente debían estar realizando unas maniobras contempladas en el Plan General de Instrucción.
El comandante Gálvez y otros militares demócratas intentarán abortar la asonada tras hacerse con el mando del Regimiento de Infantería Mecanizada Wad-Ras. El enfrentamiento en pleno centro de la capital es inevitable. Pero Gálvez tendrá que decidir entre seguir dirigiendo el contragolpe, o acudir a Sevilla a salvar la vida de su hija, afiliada al Partido Comunista y prisionera de los golpistas.
Esta es la verdadera historia de lo que podría haber sucedido, hace 31 años, de haberse llevado a cabo el llamado Plan Móstoles.
Hace 30 años, en España se vivieron unos momentos realmente inquietantes que pusieron en peligro la recién estrenada democracia. Un grupo de guardias civiles, dirigidos por el teniente coronel Antonio Tejero, irrumpían en el Palacio del Congreso aprovechando que los diputados en pleno votaban la investidura del nuevo presidente de gobierno. Aquel acto claramente involucionista fue secundado por la Capitanía de Valencia y algunos militares pertenecientes al Regimiento de Caballería Villaviciosa 14 y la Brunete de Madrid. Sin embargo, tras la aparición de Su Majestad el Rey en televisión, el golpe de Estado llegó a su fin sin incidentes de gravedad. Los españoles, que hasta entonces habían mantenido el aliento, pudieron respirar libremente. El sentido democrático había vencido a los militares nostálgicos del antiguo régimen.
Lo que muchos no llegaron a saber, es que con aquella mascarada de golpe de Estado se venían abajo los planes de un numeroso grupo de coroneles y generales del Ejército español, quienes tenían proyectado iniciar una cruenta asonada al más puro estilo de los dictadores Pinochet y Videla; el llamado “Golpe de los Coroneles”, que al grito de «¡Volverá a reír la primavera!», habían decidido llevar el terror hasta el mismísimo Palacio de la Zarzuela.
El autor tuvo conocimiento de esta información, gracias al ex coronel Amadeo Martínez Inglés, jefe de Estado Mayor de la Brigada de Infantería de Defensa del Territorio de la V Región Militar, quien fue testigo presencial de la conjura que planearon Elícegui Prieto y una veintena de jefes de Cuerpo, coroneles y tenientes coroneles, que ya entonces pretendían alzarse en armas contra el Rey, reunión que se celebró seis meses antes del 23-F en el viejo palacio que alberga a la Capitanía General de Aragón. Un plan para crear un cerco táctico alrededor de Madrid a primeros de mayo: el llamado Plan Móstoles. Constaba de tres fases, y contemplaba básicamente un asedio estratégico de la capital española a cargo de distintas Brigadas de las Regiones Militares I, II, III, V, VII y VIII, que previamente debían estar realizando unas maniobras contempladas en el Plan General de Instrucción.