Desde la fiesta más ostentosa de la «high society» caraqueña hasta las calles porteñas, pasando por reuniones de intelectuales en Barcelona, los personajes de «Sangre que lava» van develando sus más íntimas pulsiones, complejos y miserias, esos que los llevan al límite de sí mismos, allí donde lo grotesco parece diluirse en la sutileza que su autor logra dar a la muerte.
Separados en tres bloques perfectamente orquestados, los once cuentos que integran el segundo libro de Manuel Gerardo Sánchez buscan que quien asiste a sus páginas mire el exceso, la envidia, la violencia, la traición, el asesinato y la injuria siempre matizados por la elegancia, la perfección y la aparente serenidad de lo intocable. Por eso, el giro que desencaja la mueca y el zarpazo final no se ven venir. El autor, entonces, es un animal agazapado del lenguaje y un arquitecto de sinsabores… y el lector, su impaciente víctima.
Separados en tres bloques perfectamente orquestados, los once cuentos que integran el segundo libro de Manuel Gerardo Sánchez buscan que quien asiste a sus páginas mire el exceso, la envidia, la violencia, la traición, el asesinato y la injuria siempre matizados por la elegancia, la perfección y la aparente serenidad de lo intocable. Por eso, el giro que desencaja la mueca y el zarpazo final no se ven venir. El autor, entonces, es un animal agazapado del lenguaje y un arquitecto de sinsabores… y el lector, su impaciente víctima.