Lucila Méndes, también conocida como Isabel de Flandes, una parda liberta, mujer de belleza y carácter, junto a su hijo Francisco Filomeno Ponce de León, nada menos que descendiente del descubridor de La Florida, conducen los hilos de una apasionante trama que se desarrolla, fundamentalmente, entre La Habana y San Agustín de La Florida --aún posesión española-- entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Trazados con mano segura, y fértil imaginación, los personajes de un aristócrata lujurioso, don Antonio Ponce de León, marqués de Aguas Claras; su hijo el bastardo Francisco Filomeno, mestizo empeñado en blanquear sus documentos, su piel y su alma; un aventurero romántico y pusilánime --el capital Albor Aranda--, un desquiciado navegante, y Arcángel del Puerto, joven teniente criollo que ama a Isabel de Flandes, tejen una urdimbre de sentimientos y acciones inusitadas. En el conflicto son protagónicos insoslayables un español (canario) y, sobre todo los indios seminolas en su propio territorio y la ciudad misma de San Agustín de La Florida.
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