Su única ambición era la "oscuridad" de su vida académica. Además de Catedrático, fue Regente del Colegio de San Nicolás de Hidalgo, de Morelia, fundado en 1540 por Vasco de Quiroga, del cual Miguel Hidalgo y Costilla había sido Catedrático durante veinte años y Rector de 1787 a 1792. Cerrado el Colegio desde 1811, sería restablecido en 1847 por Melchor Ocampo, Gobernador de Michoacán, mientras las tropas norteamericanas ocupaban la mayor parte del territorio mexicano. A su pesar, abandonó sus amados libros, primero, para asumir el Gobierno de Michoacán, y luego, para empuñar las armas. Aunque llamado "el héroe de las derrotas", triunfó en dos guerras: la de Ayutla (1854-1855) bajo las órdenes de Juan Álvarez, y la de Reforma (1858-1859), en la que fue Comandante en Jefe del Ejército Constitucional nombrado por el Presidente provisional de la República Benito Juárez. Además, dejó creadas las condiciones para ganar una tercera guerra: la de la Intervención Francesa. Fue Gobernador de Michoacán y de Jalisco; Diputado al Congreso Constituyente de 1857 que promulgó la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 5 de febrero de 1857; primer Magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de la cual fue Presidente Benito Juárez, y Ministro de Gobernación, de Guerra y de Relaciones Exteriores del Gobierno provisional de éste. En el apogeo de su carrera política y militar fue destituido de su cargo, y al mismo tiempo, aclamado por el Ejército Constitucional victorioso, creado por él, al cual saludó desde el balcón central del Palacio Nacional. Al declararse el Consejo de Guerra incompetente para juzgarlo, su caso fue sometido al Congreso, y éste, en lugar de convertirse en órgano de acusación ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo declaró héroe.
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