Ya está aquí el segundo volumen de la Enciclopedia del Humor.
Si disfrutaste con los chistes de la primera entrega, no te pierdas los 50 nuevos chistes que se incluyen en esta recopilación.
Como resultado de esta exhaustiva selección, ya no tendrás que perder más tiempo leyendo chistes que no son nada graciosos. Aquí sólo encontrarás lo mejor de lo mejor. Para que aproveches el tiempo riendo con tus amigos.
Siempre a mano. Siempre divertidos.
Una muestra de lo que encontrarás en el interior:
Un importante político se encuentra de visita en un asilo mental. Intrigado, pregunta al director cuáles son los criterios utilizados para determinar si un paciente debe ser internado o no.
- Pues verá –responde el director-, llenamos una bañera de agua y a continuación le entregamos al paciente un cubo, una taza y una cuchara y le pedimos que vacíe la bañera.
- ¡Ah! Ya comprendo –responde el político, entusiasmado-. Una persona cuerda utilizaría el cubo, porque es más grande que la taza y que la cuchara. Muy inteligente. Sí, señor.
- No exactamente –responde el director, algo incómodo-. Una persona cuerda estiraría del tapón de la bañera. Y ahora permítame hacerle una pregunta: su habitación, ¿la va a querer con vistas al jardín o a la terraza?
Si disfrutaste con los chistes de la primera entrega, no te pierdas los 50 nuevos chistes que se incluyen en esta recopilación.
Como resultado de esta exhaustiva selección, ya no tendrás que perder más tiempo leyendo chistes que no son nada graciosos. Aquí sólo encontrarás lo mejor de lo mejor. Para que aproveches el tiempo riendo con tus amigos.
Siempre a mano. Siempre divertidos.
Una muestra de lo que encontrarás en el interior:
Un importante político se encuentra de visita en un asilo mental. Intrigado, pregunta al director cuáles son los criterios utilizados para determinar si un paciente debe ser internado o no.
- Pues verá –responde el director-, llenamos una bañera de agua y a continuación le entregamos al paciente un cubo, una taza y una cuchara y le pedimos que vacíe la bañera.
- ¡Ah! Ya comprendo –responde el político, entusiasmado-. Una persona cuerda utilizaría el cubo, porque es más grande que la taza y que la cuchara. Muy inteligente. Sí, señor.
- No exactamente –responde el director, algo incómodo-. Una persona cuerda estiraría del tapón de la bañera. Y ahora permítame hacerle una pregunta: su habitación, ¿la va a querer con vistas al jardín o a la terraza?