El camino del hombre por esta tierra trae consigo toda suerte de limitaciones, complejidades, fallas y dolores que, muchas veces, desatan pensamientos, sentimientos y acciones erradas y hasta indeseables. Se hace imprescindible entonces una ética, entendida como el arte de vivir en el mundo, el arte de SER, PENSAR, AMAR Y OBRAR. La incomparable magnitud de las ideas de Meister Eckhart abre legítimo paso a una ética que supera tanto los alcances teóricos como la eficacia misma de otros sistemas reconocidos a lo largo de la historia de la filosofía. La mística de Meister Eckhart no puede sino derivar en una ética bien determinada e integral, diseñada para ser aplicada a la realidad, en todo tiempo y lugar. Son dos las claves para ello:
1) El concepto eckhartiano del deber que, a diferencia del concepto convencional, incluye como elementos primordiales al amor y la libertad.
2) La posibilidad de transformar el sufrimiento en consuelo: Eckhart enseña cómo, paradójicamente, la contracara de toda tragedia es redención, bendición y bienaventuranza.
La ética eckhartiana permite hallar un significado para cada acontecimiento grande o pequeño, para cada don en la vida, remitiendo siempre a una unidad de sentido mayor, donde permanentemente se conjuga la voluntad del hombre con la voluntad de Dios.
1) El concepto eckhartiano del deber que, a diferencia del concepto convencional, incluye como elementos primordiales al amor y la libertad.
2) La posibilidad de transformar el sufrimiento en consuelo: Eckhart enseña cómo, paradójicamente, la contracara de toda tragedia es redención, bendición y bienaventuranza.
La ética eckhartiana permite hallar un significado para cada acontecimiento grande o pequeño, para cada don en la vida, remitiendo siempre a una unidad de sentido mayor, donde permanentemente se conjuga la voluntad del hombre con la voluntad de Dios.