«Ya tenía mi skate y mi guitarra eléctrica...
ya empuñaba las armas de la revolución.»
Un universo asoma por debajo de las zapatillas gastadas que se deslizan incansables sobre las olas de concreto. Sueño adolescente, novela de aprendizaje, guía personalísima y exhaustiva de un circuito secreto, historia de una cultura poderosa. Skate punk es mucho más que un libro. Es una manera de enfrentar la vida, de forjar un destino con las armas del deporte y de la música.
De la infancia en una ciudad siniestra bajo dictadura a los orígenes del skateboarding en Argentina, donde Walas participó de la instalación de las primeras rampas. De la explosión del under porteño en los dorados ochenta al éxito masivo actual, la prodigiosa memoria del autor construye un relato íntimo, detallista y obsesivo.
Tomado por una pasión contagiosa, el mayor coleccionista de recuerdos y de tablas de Latinoamérica le escribe una carta de amor sin igual a ese juguete rabioso: el skate.
«Así como los músicos dicen que el blues tuvo un bebé y lo llamaron rock'n roll, los skaters debemos agradecerle al surf la paternidad de nuestro amado deporte y modo de vida.»
«Era nuestro espacio privado, anárquico, clandestino, secreto, de libertad, conocido solamente por un puñado de adolescentes. Un oasis al margen del mundo, donde desafiábamos la ley de gravedad.»
«Una tarde de enero, aprovechando que todos estaban en la pileta, escalé la pared norte de la rampa; lo pensé varias veces hasta que apoyé la cola de mi Spada negra con Kryptonics en el borde, invoqué a mis dioses -que por entonces serían La Mujer Biónica, Tony Alva y mi mamá Nancy-, miré el horizonte y me entregué al vacío...»
ya empuñaba las armas de la revolución.»
Un universo asoma por debajo de las zapatillas gastadas que se deslizan incansables sobre las olas de concreto. Sueño adolescente, novela de aprendizaje, guía personalísima y exhaustiva de un circuito secreto, historia de una cultura poderosa. Skate punk es mucho más que un libro. Es una manera de enfrentar la vida, de forjar un destino con las armas del deporte y de la música.
De la infancia en una ciudad siniestra bajo dictadura a los orígenes del skateboarding en Argentina, donde Walas participó de la instalación de las primeras rampas. De la explosión del under porteño en los dorados ochenta al éxito masivo actual, la prodigiosa memoria del autor construye un relato íntimo, detallista y obsesivo.
Tomado por una pasión contagiosa, el mayor coleccionista de recuerdos y de tablas de Latinoamérica le escribe una carta de amor sin igual a ese juguete rabioso: el skate.
«Así como los músicos dicen que el blues tuvo un bebé y lo llamaron rock'n roll, los skaters debemos agradecerle al surf la paternidad de nuestro amado deporte y modo de vida.»
«Era nuestro espacio privado, anárquico, clandestino, secreto, de libertad, conocido solamente por un puñado de adolescentes. Un oasis al margen del mundo, donde desafiábamos la ley de gravedad.»
«Una tarde de enero, aprovechando que todos estaban en la pileta, escalé la pared norte de la rampa; lo pensé varias veces hasta que apoyé la cola de mi Spada negra con Kryptonics en el borde, invoqué a mis dioses -que por entonces serían La Mujer Biónica, Tony Alva y mi mamá Nancy-, miré el horizonte y me entregué al vacío...»