Aquí crea Valle-Inclán al personaje de Xavier, marqués de Bradomín, que acabará manco, como él, quizá en un abierto gesto de orgullo sobre su genio y figura, ya que el marqués perdió el brazo debido a heroicas hazañas. Las cuatro novelas de esta serie son introducidas por Valle-Inclán como unas «memorias amables» del protagonista y narrador, el marqués de Bradomín, aristócrata procarlista, que ya en su vejez va recordando con nostalgia los lances amorosos y las gestas de su vida en tierras españolas, americanas e italianas. Bradomín es un «don Juan admirable», pero «feo, católico y sentimental», y también «cínico, descreído y galante como un cardenal del Renacimiento». Bajo esta aparente contradicción, Valle-Inclán crea a uno de los personajes más fascinantes de la narrativa española.
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