El tango documentó aquellos años y esos momentos irrepetibles en el que el café –“la escuela de todas las cosas”–, era una madre y la barra un conjunto de “sabiondos y suicidas”. Esa imagen viene a la memoria en sus músicas y sus letras. La nostalgia es una invasora nocturna que entristece el corazón y otras noches, arranca una sonrisa de la memoria.
Esta asociación entre la vida y el tango, se debe a que su universo temático es muy extenso, en ocasiones profundo y de una calidad que quizás, no encontremos en otros géneros populares.
En los títulos de las obras como en sus letras, hay una variada gama que va desde los sentimientos a las cosas, de los hechos cotidianos a los acontecimientos coyunturales e históricos, de las personas de carne y hueso a los héroes. En ese abanico, conviven los sentimientos más profundos en consuno con la vieja, los amigos, la barra, el café, los sueños, las traiciones, los duelos, la timba, las minas, los burros, la milonga, el alcohol, la nostalgia, la ciudad, el barrio, el carnaval, el mar, el campo, la amistad, los puertos, la política, los milicos, el bandoneón y hasta el tango evocándose a sí mismo.
Este libro pasa revista de aquellos músicos que fueron artífices de maravillas musicales, que perduran incólumes, en los repertorios de las formaciones orquestales. Eduardo Arolas, Agustín Bardi y Juan Carlos Cobián, Vicente Greco, Juan Maglio “Pacho”, Francisco Canaro, Roberto Firpo, Enrique Delfino, Rafael Rossi, Anselmo Aieta, Carlos, Vicente Geroni Flores, Osvaldo Fresedo, Julio De Caro, José Martínez, Horacio Pettorossi, Eduardo Pereyra, Pedro Maffia, José María Aguilar, Guillermo Barbieri, Francisco Pracá, Eduardo Arolas, Agustín Bardi, Charlonico, Pedro Laurenz, Charlo, Juan de Dios Filiberto, Sebastián Piana, Edgardo Donato, José Dames, Joaquín Mora, Mariano Mores, Manuel Sucher, Carlos Di Sarli, Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo, Antonio Rodio, Alfredo Gobbi, Lucio Demare, Enrique Francini, Armando Pontier, Virgilio Expósito, Horacio Salgán, Héctor Stamponi, Julián Plaza, Atilio Stampone, Carlos García, Raúl Garello y por supuesto, la obra del máximo, Carlos Gardel y del polémico y genial Astor Piazzolla.
El tango argentino hasta la médula, con una extensión geográfica de ser una manifestación exclusivamente orquestal en sus orígenes, se transformó a partir de mediados de la década del diez, en un increíble vientre de la mejor poesía, en las plumas de Pascual Contursi, Alfredo Le Pera, Celedonio Flores, Francisco García Jiménez, Mario Battistella, Enrique Cadícamo, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, José María Contursi “Katunga”, Cátulo Castillo, Homero Expósito, Armando Tagini, Francisco Gorrindo, Carlos Bahr, Enrique Dizeo y los posteriores, Horacio Ferrer, Héctor Negro, Chico Novarro y Eladia Blázquez. Sin olvidar, a la nueva camada representada por Marta Pizzo, Adrián Abonizio, Ernesto Pierro, Raimundo Rosales, Alejandro Szwarcman, Fabián Russo, Alfredo Rubín, Juan Vattuone, Claudia Levy, Bibí Albert, Acho Estol, Norma Montenegro, Haidé Daiban y Andrea Bollof.
También están incluidos en el presente libro los nombres de: Juan Maglio “Pacho”, Julio De Caro, Francisco Canaro con sus cantores emblemáticos, Roberto Maida y Ernesto Famá; Francisco Lomuto con Fernando Díaz y Jorge Omar; Osvaldo Fresedo con Roberto Ray y Ricardo Ruiz; Edgardo Donato con Horacio Lagos y Romeo Gavioli; Ciriaco Ortiz; Alberto Gómez; Hugo del Carril; de las pioneras: Rosita Quiroga, Azucena Maizani, Ada Falcón, Libertad Lamarque, Mercedes Simone, Tita Merello, Imperio Argentina, Carmen Duval, Nelly Omar, Tita Galatro, María de la Fuente, Elsa Rivas, Nina Miranda y tantas otras; como también los inolvidables binomios de los años cuarenta: Tanturi-Castillo, D´Agostino-Vargas, Troilo-Fiorentino, Di Sarli-Rufino, Pugliese-Morán, Caló-Berón.
Esta asociación entre la vida y el tango, se debe a que su universo temático es muy extenso, en ocasiones profundo y de una calidad que quizás, no encontremos en otros géneros populares.
En los títulos de las obras como en sus letras, hay una variada gama que va desde los sentimientos a las cosas, de los hechos cotidianos a los acontecimientos coyunturales e históricos, de las personas de carne y hueso a los héroes. En ese abanico, conviven los sentimientos más profundos en consuno con la vieja, los amigos, la barra, el café, los sueños, las traiciones, los duelos, la timba, las minas, los burros, la milonga, el alcohol, la nostalgia, la ciudad, el barrio, el carnaval, el mar, el campo, la amistad, los puertos, la política, los milicos, el bandoneón y hasta el tango evocándose a sí mismo.
Este libro pasa revista de aquellos músicos que fueron artífices de maravillas musicales, que perduran incólumes, en los repertorios de las formaciones orquestales. Eduardo Arolas, Agustín Bardi y Juan Carlos Cobián, Vicente Greco, Juan Maglio “Pacho”, Francisco Canaro, Roberto Firpo, Enrique Delfino, Rafael Rossi, Anselmo Aieta, Carlos, Vicente Geroni Flores, Osvaldo Fresedo, Julio De Caro, José Martínez, Horacio Pettorossi, Eduardo Pereyra, Pedro Maffia, José María Aguilar, Guillermo Barbieri, Francisco Pracá, Eduardo Arolas, Agustín Bardi, Charlonico, Pedro Laurenz, Charlo, Juan de Dios Filiberto, Sebastián Piana, Edgardo Donato, José Dames, Joaquín Mora, Mariano Mores, Manuel Sucher, Carlos Di Sarli, Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo, Antonio Rodio, Alfredo Gobbi, Lucio Demare, Enrique Francini, Armando Pontier, Virgilio Expósito, Horacio Salgán, Héctor Stamponi, Julián Plaza, Atilio Stampone, Carlos García, Raúl Garello y por supuesto, la obra del máximo, Carlos Gardel y del polémico y genial Astor Piazzolla.
El tango argentino hasta la médula, con una extensión geográfica de ser una manifestación exclusivamente orquestal en sus orígenes, se transformó a partir de mediados de la década del diez, en un increíble vientre de la mejor poesía, en las plumas de Pascual Contursi, Alfredo Le Pera, Celedonio Flores, Francisco García Jiménez, Mario Battistella, Enrique Cadícamo, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, José María Contursi “Katunga”, Cátulo Castillo, Homero Expósito, Armando Tagini, Francisco Gorrindo, Carlos Bahr, Enrique Dizeo y los posteriores, Horacio Ferrer, Héctor Negro, Chico Novarro y Eladia Blázquez. Sin olvidar, a la nueva camada representada por Marta Pizzo, Adrián Abonizio, Ernesto Pierro, Raimundo Rosales, Alejandro Szwarcman, Fabián Russo, Alfredo Rubín, Juan Vattuone, Claudia Levy, Bibí Albert, Acho Estol, Norma Montenegro, Haidé Daiban y Andrea Bollof.
También están incluidos en el presente libro los nombres de: Juan Maglio “Pacho”, Julio De Caro, Francisco Canaro con sus cantores emblemáticos, Roberto Maida y Ernesto Famá; Francisco Lomuto con Fernando Díaz y Jorge Omar; Osvaldo Fresedo con Roberto Ray y Ricardo Ruiz; Edgardo Donato con Horacio Lagos y Romeo Gavioli; Ciriaco Ortiz; Alberto Gómez; Hugo del Carril; de las pioneras: Rosita Quiroga, Azucena Maizani, Ada Falcón, Libertad Lamarque, Mercedes Simone, Tita Merello, Imperio Argentina, Carmen Duval, Nelly Omar, Tita Galatro, María de la Fuente, Elsa Rivas, Nina Miranda y tantas otras; como también los inolvidables binomios de los años cuarenta: Tanturi-Castillo, D´Agostino-Vargas, Troilo-Fiorentino, Di Sarli-Rufino, Pugliese-Morán, Caló-Berón.