Entre el mundo de fantasía del cine y la televisión y los avatares de la realidad, en un país que siempre ha tenido mucho de oropel televisivo, se teje un anecdotario que difuma los contornos de lo real y lo ilusorio. Aquellas «Tardes Felices» de la TV venezolana de finales del siglo pasado son el marco adonde nos transporta la nostalgia del autor y de allí surge este mosaico de vivencias y emociones; compendio de un acervo íntimo que, al mismo tiempo, le puede resultar familiar al lector.
Variados, livianos, frescos, estos textos componen un paisaje retrospectivo que propicia, más que una lectura, una suerte de plática imaginaria con cualquier colega de ruta de la Venezuela urbana. Sus páginas son como el eco de un país que pareciera mirar hacia atrás, melancólico, en busca de la candidez perdida.
Variados, livianos, frescos, estos textos componen un paisaje retrospectivo que propicia, más que una lectura, una suerte de plática imaginaria con cualquier colega de ruta de la Venezuela urbana. Sus páginas son como el eco de un país que pareciera mirar hacia atrás, melancólico, en busca de la candidez perdida.