Usted ha llegado con los demás. En un espacio para decidir lo que haremos. De cómo actuaremos. Porque usted no tiene nada que contar. Vive solo. Se considera un individualista. Quizá alguien ajeno a usted mismo. Usted es un ser al margen. Una especie de confianzudo de sí mismo. Ha olvidado sus motivos. Ha olvidado cómo ha llegado a este punto. ¿Cómo era antes? ¿Cómo se iba usted de sí mismo? ¿Cuándo comenzó todo? Está solo. Solo. Nadie le espera. Nadie da nada. Ustedes lo saben. Es difícil. Porque estas preocupaciones carecen de interés. Un lenguaje que no da nada. Como experiencia no sirve. Como voz interior, ¿quién sabe? ¿Usted lo sabe? Cada uno sólo puede hablar de sí mismo. Es inútil toda resistencia. En este lugar repleto de imprecisiones. Ni siquiera usted y yo somos compatibles. Ustedes y yo. Fingimos. Fingimos que hay entendimiento. Pues yo les digo que no lo hay. Yo. Mi personaje no sabe nada. Les ignora. Y es capaz de engañarles. Les está engañando. Ustedes suponen lo que está sucediendo. Pero no ocurre nada. Como en sus vidas. Usted se siente engañado. Se irrita. Le preocupa la experiencia. Y no saber... Esta imprecisión... El argumento está circulando por otro canal... Usted se enfada porque cree que no se encuentra en el lugar adecuado. Usted duda. Es decir, usted abandona. Usted carece de recursos. Nadie le explica. Pero están ahí. Ellos, ustedes, dentro de sí mismos... Los observadores de esta guerra. Usted pertenece a esta coalición. A este tribunal. ¿Lo entiende? Entonces, ¿por qué duda? Usted es consciente. Se deja llevar. No quiere dejarse llevar. ¿Qué le preocupa? Está preocupado. ¿Qué le impide seguir? No puede seguir. Usted se asombra. Pero no puede asombrarse.
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