Las evidencias de que existieron potentes computadoras en nuestro distante pasado abundan, están desparramadas por el mundo; sin embargo, las prueba contundentes nunca podrá ser encontrada, ¿Por qué? Pues porque simplemente se desintegraron. ¿Acaso lo más vulnerable que tenemos no son nuestras computadoras actuales? Unos pocos años de uso y pasan al olvido comenzando un rápido proceso de desintegración. Sin embargo, vemos el fruto de su utilización cada vez que apreciamos una construcción megalítica de inequívoca precisión. ¿Cómo explicar la exactitud de su diseño y la precisión con que fueron usadas las herramientas con las que los hicieron?
Las computadoras que se han encontrado que vienen de tiempos remotos, fueron el intento de civilizaciones posteriores a la primigenia de imitar estas útiles herramientas que llevó a la primera calcular y predecir multitud de datos que le permitieron alcanzar sus grandes logros.
La ‘imitación’ la vemos siempre presente en las culturas antiguas: cráneos alargados, extraños tajes usados en también extrañas ceremonias, dibujos de animales supuestamente extintos mucho antes de que el ser humano como tal apareciera, y estos son tan solo algunos ejemplos; pero nuestros antepasados fueron mucho más lejos e intentaron incluso ‘imitar’ el conocimiento superior que ellos habían visto tuvieron sus mentores y maestros; eso los llevó a intentar reproducir, haciendo uso de algo innovador, algo propio de ellos, que desarrollaron hasta donde pudieron, de manera parcialmente exitosa, pero sus logros aún ahora nos asombran: ‘ingeniería inversa’; aunque no contaron para esto con las máquinas en sí, lo que tenían eran datos, declaraciones, diseños parciales de equipos que ya no existían y alguna buena idea de los principios matemáticos y físicos bajo los cuales estas máquinas operaban, y lo que no consiguieron imitar tal cual fue lo substituyeron como mejor pudieron, de esta manera la electrónica fue reemplazada por energía mecánica.
Sobre el territorio que fue del imperio Inca, heredero del imperio Tiahuanaco, es posible conseguir cualquier metal necesario para producir equipos de alta tecnología y abastecerlo con la energía adecuada. Tiene todo lo que se necesita para producir una computadora y no una binaria como las que usamos ahora, podría haberse fabricado incluso una computadora cuántica, una de la ‘era’, que para nosotros, está por venir. Tenían el software para alimentar estos equipos y la energía, llámese litio, para hacerla correr en ellos.
Materiales y software hay, lo que no está es lo que no puede aguantar el paso de los años: un equipo electrónico en sí mismo.
Sin embargo, las ideas, los principios, el software y el conocimiento pueden durar mucho más, pueden viajar en el tiempo de generación en generación inspirándolas, dándoles pistas, como sí se les indicara un camino que seguir: el del conocimiento; estos indicios pudieron permitir en tiempos más recientes, como si se tratase de un ‘renacimiento de tiempos antiguos’, se intentara revivir estas máquinas perdidas, casi fantasmales. Resultado de este esfuerzo pudieron ser los khipus, la yupana, y el mecanismo de Anticitera. Máquinas que de alguna manera imitaban otras más sofisticadas, que se alimentaban de fuentes de energía que como el litio, abundante en los Andes.
Máquinas hechas en nuestro pasado remoto que trabajan con sofisticados códigos, capaces de almacenar enormes volúmenes de información, fórmulas algorítmicas escondidas en lugares inimaginables como la semántica de un idioma, códigos subyacentes en escritos antiguos hechos con idiomas sagrados, alfabetos tecnológicos, alfabetos capaces de ser proyectados mediantes las ondas que originan el sonido que producen en máquinas tan modernas como un espectrógrafos o bien de formar patrones visuales a través de las sombras que proyectan; estas evidencias son pruebas de que nuestro pasado fue ‘Un Pasado Diferente’.
Las computadoras que se han encontrado que vienen de tiempos remotos, fueron el intento de civilizaciones posteriores a la primigenia de imitar estas útiles herramientas que llevó a la primera calcular y predecir multitud de datos que le permitieron alcanzar sus grandes logros.
La ‘imitación’ la vemos siempre presente en las culturas antiguas: cráneos alargados, extraños tajes usados en también extrañas ceremonias, dibujos de animales supuestamente extintos mucho antes de que el ser humano como tal apareciera, y estos son tan solo algunos ejemplos; pero nuestros antepasados fueron mucho más lejos e intentaron incluso ‘imitar’ el conocimiento superior que ellos habían visto tuvieron sus mentores y maestros; eso los llevó a intentar reproducir, haciendo uso de algo innovador, algo propio de ellos, que desarrollaron hasta donde pudieron, de manera parcialmente exitosa, pero sus logros aún ahora nos asombran: ‘ingeniería inversa’; aunque no contaron para esto con las máquinas en sí, lo que tenían eran datos, declaraciones, diseños parciales de equipos que ya no existían y alguna buena idea de los principios matemáticos y físicos bajo los cuales estas máquinas operaban, y lo que no consiguieron imitar tal cual fue lo substituyeron como mejor pudieron, de esta manera la electrónica fue reemplazada por energía mecánica.
Sobre el territorio que fue del imperio Inca, heredero del imperio Tiahuanaco, es posible conseguir cualquier metal necesario para producir equipos de alta tecnología y abastecerlo con la energía adecuada. Tiene todo lo que se necesita para producir una computadora y no una binaria como las que usamos ahora, podría haberse fabricado incluso una computadora cuántica, una de la ‘era’, que para nosotros, está por venir. Tenían el software para alimentar estos equipos y la energía, llámese litio, para hacerla correr en ellos.
Materiales y software hay, lo que no está es lo que no puede aguantar el paso de los años: un equipo electrónico en sí mismo.
Sin embargo, las ideas, los principios, el software y el conocimiento pueden durar mucho más, pueden viajar en el tiempo de generación en generación inspirándolas, dándoles pistas, como sí se les indicara un camino que seguir: el del conocimiento; estos indicios pudieron permitir en tiempos más recientes, como si se tratase de un ‘renacimiento de tiempos antiguos’, se intentara revivir estas máquinas perdidas, casi fantasmales. Resultado de este esfuerzo pudieron ser los khipus, la yupana, y el mecanismo de Anticitera. Máquinas que de alguna manera imitaban otras más sofisticadas, que se alimentaban de fuentes de energía que como el litio, abundante en los Andes.
Máquinas hechas en nuestro pasado remoto que trabajan con sofisticados códigos, capaces de almacenar enormes volúmenes de información, fórmulas algorítmicas escondidas en lugares inimaginables como la semántica de un idioma, códigos subyacentes en escritos antiguos hechos con idiomas sagrados, alfabetos tecnológicos, alfabetos capaces de ser proyectados mediantes las ondas que originan el sonido que producen en máquinas tan modernas como un espectrógrafos o bien de formar patrones visuales a través de las sombras que proyectan; estas evidencias son pruebas de que nuestro pasado fue ‘Un Pasado Diferente’.