La teología en nuestro tiempo vive la experiencia de la transición de un orden viejo que se desmorona a uno nuevo que está naciendo. Llega a su fin la cultura de la modernidad que se había construido con base en la Ilustración. Esta cultura había atacado los fundamentos cristianos de la civilización europea y creó la utopía de la modernidad sobre las bases de la autonomía y la racionalidad invidual. La escatología secularizada de la modernidad soñaba con una sociedad regida por los principios de la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero opuesta al “esjaton” cristiano. El colapso de la modernidad con su utopía ha creado en Europa una crisis que penetra hasta lo más íntimo de su vida espiritual. Se habla del malestar europeo, de su sentimiento de vergüenza, y el teólogo católico norteamericano G. Weigel se pregunta: “Por qué un siglo que comenzó con predicciones llenas de confianza sobre una humanidad madura que alcanzaba nuevas metas de civilización producía en Europa, en sólo cuatro décadas, dos guerras mundiales, tres sistemas totalitarios, una guerra fría que amenazaba con una catástrofe global, océanos de sangre, montañas de cadáveres, Auschwitz y el Gulag? ¿Qué ocurrió? ¿Por qué?”. Se impone el liberalismo capitalista con su economía de mercado y su utopía del “sueño americano”. En este contexto, la teología busca un nuevo paradigma que le permita enfrentar la problemática creada por la crisis cultural que vivimos y realizar una nueva formulación conceptual del cristianismo. Así que la teología cristiana experimenta un desafío y unos conflictos de grandes dimensiones hoy, cuando la modernidad se desintegra y ha quedado completamente cuestionada por el colapso de la utopía del progreso de la modernidad europea, tras la primera guerra mundial; la utopía nazi, tras la segunda; la frustración de los sueños utópicos de la juventud en los años 60; y la utopía marxista-comunista que se vino abajo completamente en 1990. Esta modernidad está siendo reemplazada por una postmodernidad cuyos delineamientos no son claros.
El conflicto entre cristianismo y la modernidad de la Ilustración originó una lucha implacable, que consideraremos más adelante. Dentro de la Iglesia surgieron corrientes teológicas, distintas de las tradicionales escolástica medieval y la barroca, que trataron de responder profundamente a ese desafío: Newman, Tubinga, la Neoescolástica, la Nouvelle Théologie, y dentro del protestantismo la teología de K. Barth. Otras teologías trataron de someterse o transigir: el modernismo católico, el liberalismo católico, la teología de la liberación, de parte católica, y de parte protestante la llamada teología liberal. Este enfrentamiento de la teología con las ideologías no es nuevo, toda la historia de la Iglesia está penetrada por estas luchas y esto es lo que, precisamente, vamos a tratar de destacar en esta presentación del desarrollo de la teología.
El conflicto entre cristianismo y la modernidad de la Ilustración originó una lucha implacable, que consideraremos más adelante. Dentro de la Iglesia surgieron corrientes teológicas, distintas de las tradicionales escolástica medieval y la barroca, que trataron de responder profundamente a ese desafío: Newman, Tubinga, la Neoescolástica, la Nouvelle Théologie, y dentro del protestantismo la teología de K. Barth. Otras teologías trataron de someterse o transigir: el modernismo católico, el liberalismo católico, la teología de la liberación, de parte católica, y de parte protestante la llamada teología liberal. Este enfrentamiento de la teología con las ideologías no es nuevo, toda la historia de la Iglesia está penetrada por estas luchas y esto es lo que, precisamente, vamos a tratar de destacar en esta presentación del desarrollo de la teología.