Este es un libro que, de acuerdo con mi experiencia, ilustra de una manera clara lo difícil que es averiguar la verdad de los hechos en tiempos de dictadura y de guerra. Inseparable de ambas son la censura de prensa y la propaganda. En España y en el lado de los insurgentes, este hecho quedó de manifiesto cuando el corresponsal de dos famosos periódicos conservadores británicos telegrafió que abandonaba el cuartel general de los insurgentes porque las limitaciones que imponían a su trabajo eran intolerables. Dificultades similares experimentaron otros corresponsales de la «derecha».
El señor Koestler, desde el capítulo inicial, explica el peligro al que se expusieron los corresponsales franceses que hicieron un reportaje sobre la masacre de Badajoz, así como las retractaciones a las que se vieron obligados. En su caso, felizmente, disfrutó de más libertad.
Representante de un conocido periódico de «izquierdas», por una afortunada casualidad pudo entrar en el territorio del general Franco, ya que solamente autorizaban la entrada a periodistas de la «derecha». También, y ahora la casualidad fue desafortunada, le condujo a un temprano
encuentro con un antiguo colega alemán de la Ullstein Press, con el que había sostenido correspondencia antes de la llegada del régimen nazi a Alemania.
Este encuentro sirvió para alertar a las autoridades insurgentes, y sin duda quien le recomendó al señor Koestler que abandonase Sevilla, le dio un buen consejo.
El señor Koestler, desde el capítulo inicial, explica el peligro al que se expusieron los corresponsales franceses que hicieron un reportaje sobre la masacre de Badajoz, así como las retractaciones a las que se vieron obligados. En su caso, felizmente, disfrutó de más libertad.
Representante de un conocido periódico de «izquierdas», por una afortunada casualidad pudo entrar en el territorio del general Franco, ya que solamente autorizaban la entrada a periodistas de la «derecha». También, y ahora la casualidad fue desafortunada, le condujo a un temprano
encuentro con un antiguo colega alemán de la Ullstein Press, con el que había sostenido correspondencia antes de la llegada del régimen nazi a Alemania.
Este encuentro sirvió para alertar a las autoridades insurgentes, y sin duda quien le recomendó al señor Koestler que abandonase Sevilla, le dio un buen consejo.